Capítulo 20

martes, 19 de febrero de 2008

Le dije que la acompañaba a su casa, al principio no estaba muy segura pero como no podía decirme que no, terminó aceptando.

- Ese pinche Toriz ya me trae de encargo

- Jajaja perdón **** siempre es por mi culpa.

- No, yo creo que le caigo gordo.

- Toriz es bien buena gente, a mi siempre me pone 10

- Buena gente… bah! Es un pinche viejo rabo verde, eso es lo que es.

Seguimos caminando a merced del solazo de las 2 de la tarde, y nos detuvimos para comprar un tejuino con nieve de limón. En el primer sorbo me tragué toda la pinche sal que se había juntado en el fondo, Elizabeth se burló de mí.

Seguimos caminando y como dos cuadras antes de llegar a su casa dijo que tenía que llegar a comprar unas cosas a la tienda y nos desviamos. Cuando llegamos a la tienda compró un gansito y jalamos para su cantón.

De reojo miró a su izquierda y me dijo que el camión no iba a pasar esa semana por la calle que solía tomarlo, que mejor me regresara por la tienda y tomara la otra ruta. Hice como que le creí y le dije que sí me iría por ahí.

Lo que ella quería es que no pasara por donde se juntaban los mierdas que le tiraban el pedo.

Nos despedimos y pegué paso firme para donde se juntaban los putitos esos. Desde una cuadra antes ya me habían visto y se pusieron gallitos mientras más me acercaba. No me quitaban la mirada de encima y yo tampoco me agachaba, podías sentir como se enrarecía el aire mientras estábamos más cerca. Luego cuando pasé justo por en medio de ellos un pendejo me metió el pie y otro me dijo: “vales verga”. Me alcancé a detener y no di suelo. Me levanté y decirles nada al primero que le di un trompón fue al que me dijo que valía verga, luego le solté un patín al que me metió el pie y de ahí se armo la putacera, de la cual obviamente no salí bien librado.

Entre los madrazos les alcancé a decir: “no saben con quién se meten”, y el Edgar me contestó “pues a ver, ¿con quién nos metemos pendejo?”

Ya no sentía lo duro sino lo tupido, patines y trompones me llovían por todos lados al principio si traté de tirar madrazos pero poco a poco lo único que podía hacer era cubrirme la cabeza porque los puñetazos en la cabeza me mareaban. La mochila me hacía un paro porque me cubría de los patines en la espalda luego salió una doña con una escoba y todos los pinches malandrines pegaron carrera.

- Mijo mira nomás como te dejaron, luego ¿Qué pasó?

- Nada señora, ya ve, lo ven a uno chavo y se inflan.

- Si quieres te acompaño a tu casa, no te vayan a seguir.

- No señora, no se preocupe, que al cabo vivo aquí a la vueltita. Gracias.

- No mijo, en serio, te acompaño.

- No en serio, gracias.

Me sacudí la tierra, me acomodé la ropa rasgada y me limpié la sangre del hocico. La señora me dio un papel para que me tapara la hemorragia de la nariz, y como pendejo me regrese a mi casa con la cabeza levantada para que no se me saliera el mole.

Cuando llegué al cantón mamá Juanita me puso una regañada.

- Luego pos’ ¿qué paso?

- Jugando futbol ya ve, que me quité a dos defensas y me entraron duro por ardillas.

- En el futbol… no se haga tonto ¿con quien se peleó?

- Nombre, como cree mamá Juanita, si le dijo que me entraron re-fuerte.

- ¡Ay! Mijito, ¡y el uniforme! Mira nomás si lo traes hecho jirones, si ya le he dicho hijo que no se ande metiendo en problemas, esas amistades con el Pitus y con el Juan no dejan nada bueno. ¿Nomás lo malo es lo que se pega veda’ ?

- Nombre, si le digo que fue en el fucho.

- Quítese la camisa para lavarla y ponerle unos remiendos. Se me va a comer y luego compra unos parches en la mercería de Rosita para pegárselos al pantalón. Y se me pone a hacer la tarea porque nomás anda de vago.

- Ta’ bueno mamá Juanita, ahorita voy.

Me salí sin comer para ir a la mercería, pero en el camino llegué con el Pitus y con el Juan.

- ¿Luego a ti ps que te pasó cabrón?

- Unos pinches jotos que se sintieron muy bravos.

- Ps si que lo eran eh, jajaja, si nomás ve te dejaron como pinche franela.

- Nombre Pitus, pero es que eran como 5 o más.

- Ps que no se pasen de verga mi Lover, dígame dónde para ubicarlos.

- Nel loco, así déjalo yo me les voy a pegar el tiro.

- No seas pendejo Lover, esta bueno que te les quiera pegar un trence pero de a solos ya viste como te fue, ¿o qué? ¿no les tiene confianza a los del barrio?

- Como crees Pitus, el 14 rifa.

- Ps deja junto a la banda, ¿cuántos eran?

- Como 5

- ¿Y ya traías trence con ellos desde antes?

- Simón

- Entonces los putos van a estar esperando revancha. Deja le digo al Pípi y su primo, el Gera siempre esta puestazo, Juan, tú y yo. Le voy a decir a los de medra que hagan esquina por si son más los otros.

- Ps ya estufas Pitus, mañana a las dos, al rato te digo por donde.

- Arra loco, y ya sabe, para eso están los carnales.

- Ya estuvo ese.

Me fui a la mercería y compré mis dos parchesotes del Atlas para pegárselos en las rodillas del pantalón. Aguante rojinegros, que mañana se estrenan con sólidos rodillazos a la cabeza del Edgar.

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