Capítulo diecinueve

miércoles, 13 de febrero de 2008

-Ningún “ya valió madre” les vamos a ganar… y por goliza. Sentenció el Pitus.

- A huevo, nos la pelan los pinches chilangos. Dijjo el Juan.

Se escuchó un estruendo que llegó a cada rincón del Maracaná, el equipo de casa había llegado. Entraron a la cancha con la frente en ato, insultándonos con la mirada y algunos se reían al vernos.

- Ya chingamos otra vez con el campeonato mi Javi.

- A huevo manito, les vamos a meter una pitiza.


Llegó el arbitro con su comitiva de asistentes, llamó a Pitus y a Javis.

- Jueguen al futbol cabrones, nada de tirar putazos. Escoge la casa, ¿Cancha o balón?

- Balón.

- Órale pues, calienten, en 15 minutos empieza el partido.

Aquellos fueron los 15 minutos más pinches largos. Nos había tocado la portería sur para el primer tiempo. Nos iba a tupir todo el partido con las porras que se habían puesto detrás de las porterías.

-Éntrenle duro al balón, pero truchas con las faltas, porque nos linchan. Agarren lugar cabrones.

Jugábamos con una formación 5-3-2. Los laterales jugaban tanto a defender como para subir a medio campo. De ellos dependía el primer tiempo porque era de puro desgaste. Jugábamos con 2 contesiones, ellos debían controlar el medio campo, darle la pausa al juego y desarmar al contrario. Yo jugaba de media punta, bajaba al medio campo y también le daba pausa al juego, pero lo mío lo mío, era meterle el acelerador. Yo jugaba detrás de los dos delanteros y les surtía los balones.

Los dos equipos nos formamos en el campo, hubo un breve silencio en las gradas, luego el silbato sonó, hizo y eco y la gradería se volvió un infierno.

El 11 pasó al 7, este finteó a dos de los nuestros y lo mandó a la banda derecha, que, como una bala llegó a la linea de corner, de ahí mandó centro con veneno que se topó con sólido frentazo del 11, el balón hecho una ráfaga viajo a nuestra porteria cuando “San Poste” intercedió por nosotros y mantuvo el cero en nuestro marcador, en chinga la defensa reventó a saque de banda.

Los primeros 20 minutos fueron de Tepito, que como vendaval se abalanzaban contra nuestra portería. El pulpo salvó tres balones, la defensa sacó uno que ya estaba en línea de gol y eso calentó los ánimos, pues Tepito coreó el gol, sin embargo el nazareno no lo pitó.

Al minuto 39 el Mario se metió como Pedro por su casa y le metieron un patadón que el árbitro no marcó como penal, le dijo que no fuera chillón y que para la otra que se dejara caer lo iba a sacar.

Jugada a velocidad, el 7 de Tepito se llevó a medio equipo nuestro sirvió para el Javi quien sólo frente a la portería dejó el balón al fondo de la red. Gol de Tepito.

Aquello parecía que se iba a caer. Se avalanzaron contra la malla que sepraba la gradería de la cancha y nos cantaron el gol.

-Todavía quedan 45 minutos, que no se les olvide. Dijo Pitus sosteniendo el balón.

Terminó el primer tiempo y teníamos el marcador 1-0 en contra, nuestro mejor jugador, el Mario, salió tocado en los últimos minutos. Le llegaban bien duro porque los traía vueltos locos. Mario no le entraba a la cois, pero era tanta su determinación por ganar que aceptó una línea para aguantar.

Al minuto 46 ya estábamos 2-0, eso le dio para abajo a mucho en el equipo, Tepito reventaba de alegría. “Pinches tapatíos, ya mejor váyanse a putear a su esquina, pueblerinos de cagada”

Pero no bajamos los brazos nunca. Tomé el balón en media cancha, le quebré la cintura a uno, me quité a dos con un movimiento, luego serví para Pitus, quien me la regresó y con tiro raso la anidé cercana al poste derecho. Ni siquiera celebré el gol, no por miedo a Tepito, sino porque todavía estábamos abajo en el marcador.

El equipo entero llegó a mi alrededor para felicitarme, pero antes de que lo hicieran les dije.

- No se confundan, que todavía el 2 es mayor que el 1.

El partido se había puesto bueno, pura ida y vuelta, cada equipo cercano a anotar en cada momento.

Faltando 5 minutos para el final, Tepito exigía que se terminara ya, pero lo que les dimos a cambio fue un gol de manufactura mexicana, es decir, con más huevos que técnica. Pitus había puesto el encuentro 2-2 y nos fuimos a gol de oro.

Mario ya no podía seguir jugando, estaba Toto madreado y decidimos hacer el cambio, Tepito esnifó la segunda raya. Barrio 14 también.

Para no hacerla tan larga, el gol de oro fue bello. Alex se quitó a 3, preparó la escopeta y de ¾ de cancha lanzó el cañonazo que pego en el travesaño y se metió al fondo.

Silencio sepulcral. Luego el silbatazo final que anunciaba al nuevo campeón: El barrio 14.

El volcán que era Tepito estalló en furia y desde las gradas se lanzaban proyectiles contra nosotros, piedras, botellas, monedas. La manada atravesó la malla ciclónica y se metió a la cancha.

Aquel sería nuestro final. No había para donde correr. Lo único que podíamos hacer era defendernos a puño pelón.

Justo cuando la turba iba a impactar contra nosotros, el equipo de Tepito se metió a defendernos. Nos tocaron dos o tres chingadazos en lo que se calmaba el pedo, al Mario me lo desmayaron de un putazo.

-Les pegamos duro raza, pero no se doblaron, ganaron ley. Déjenlos que se vayan.

La gente aún prendida nos gritaba de todo y decían que nos esperaban a la salida. Que nos iban a matar.

El partido se terminó como a las 8 pm, pudimos salir del Maracaná de Tepito con el trofeo hasta las 3 de la mañana y escoltados por el equipo contrario más otros 10 tepiteños.

Hace 18 años que el Barrio 14 no quedaba campeón de la Liga del Diablo, hace 18 años que el Barrio 14 le había arrebatado el título a Tepito. Éramos la nueva leyenda.

2 comentarios:

Akane dijo...

yo sobrevivie a las bodegas de tepito

Anónimo dijo...

Lover, ya había visto tu blog, pero nunca lo había leído.
Neta, están con huevos tus historias, 8.5 de 10 chubacas posibles.

Saludos