Capítulo 42

viernes, 17 de octubre de 2008

El negocio de las prostitutas siempre fue nuestra mejor y más segura fuente de ingresos. Con las prostis no había tanto problema como con la droga. A los policías les gusta incautar la droga para alzarse el cuello y decir que ya decomisaron tal o cual cargamento. Luego sacan las fotos de algunos gatos que atraparon y con eso, según ellos, han hecho su trabajo. En un mes salían los gatos del pintón, parte del decomiso sería consumido y revendido por los azules. Para que hacerle tanto al cuento.

En cambio, esos mismos azules que decomisan la droga se dan por bien servidos con un buen jale por parte de las señoras meretrices. "A ver Suleika, quiero que le hagas un jale de campeonato aquí al comandante" y con eso dejaban de molestar por algún tiempo.

Me gusta contar esta historia cuando hablo de putas.

Cuando Adrián subió al trono del Barrio 14, con él vino el apogeo de las pirujas. Como he dicho siempre, la regla fue que debían ser mayores de edad. Nosotros apenas éramos unos chamacos nalgasmiadas cuando comenzamos en el bisne del padrotismo.

Cómo no teníamos ni dinero ni la estatura para manejar un vehículo debíamos llevar a las pirujas en nuestras bicicletas hasta el lugar de la "cita". Obviamente para entonces el servicio se daba apenas en los barrios cercanos . Cobrábamos 30 pesos. Sí, 30 pesos. Aunque claro eso fue mientras se aclientaba el negocio, después el precio se fue a las nubes y a nosotros nomás nos subieron como 5 pesos de propina.

Y allí iba el Lover en su GT cromada con "diablitos" en la llanta de atrás donde iba montada una señora gorda con un mini vestido, un escote de pulmonía, los labios rojos sangre, los párpados azules y los chapetes rositas como cochinito. Uno de verdad hacía pierna llevando a semejante trozo de amor.

Tenia un cliente que por lo menos cada dos semanas nos solicitaba las atenciones de Doña Celeste. Era un trailero que vivía con su mamá y con su hermano. Bigotón, prieto, panzón y buena persona. Siempre trataba de regatear pero yo nunca accedí a bajarle ni un peso.

"Pinchi Lover, tan chamaco y tan duro para el bisne" Me sacudía la cabeza con su regordeta mano y sonreía dejando ver su dentadura amarilla e incompleta.

Cada que iba por ella al terminar el servicio salia con el vestido todo chueco, despeinada, con el maquillaje corrido y oliendo a sexo rancio, aunque en ese entonces no sabía que ese olor tan rancio era el olor del sexo entre un camionero y una prostituta.

Un día ya no quiso ir. "¿Luego doña Celeste? no le pagan bien" "No Lover, ps si no es por eso, me gano buenos centavos... pero ese pinche trailero es muy bestia" Si Doña Celeste ya no le entraba al jale yo dejaba de ganar la propina así que me fuí de volada a casa de don trailero, hablé con él y quedamos en un acuerdo. Luego regresé por Doña Celeste, la convencí y la llevé de vuelta.

Cuando fui por ella ya que terminó su servicio ya no andaba tan despintada ni con el vestido tan chueco. "¿Cómo le fue en el servicio Doña?" "Pues yo no sé que le dijiste Lover... pero siendo así hasta todos los días... es más ahi te van dos pesitos para el refresco" "Gracias Doña". Y yo sudando la gota gorda por pedalear con todo ese peso y ella con una sonrisa en el rostro llegamos a la vecindad.

Capítulo cuarenta y uno punto dos

jueves, 2 de octubre de 2008

Siempre habíamos evitado la palabra "matar" y la habíamos cambiado por "quebrar", el motivo era psicológico: matar lo hacían las bestias, quebrar lo hacían los profesionales; y nosotros no éramos unas bestias.

Las entrevistas de "trabajo" casi siempre eran las mismas.

- ¿Cuántos van a ser?
- Nada más uno.
- ¿Es cabecilla?
- No, es un pendejo.
- ¿De qué barrio es?
- De ninguno.
- ¿Por qué lo quieres quebrar?
- Eso no se pregunta carnal.
- A mí si me gusta saber, si quieres que te haga el jale tienes que cooperar.
- Porque se pasó de lanza con mi hermana.
- ¿Qué le hizo exactamente?
- La embarazó.
- ¿Y nomás por eso quieres quebrarlo? a cuántas viejas no has dejado embarazadas tú cabrón. ¡Imáginate! A la mayoría ya nos hubieran quebrado... no chingues.
- Pero yo no las he drogado.
- ...
- ¿Así ya cambia verdad?
- Eso sí, así ya cambia. Dame la foto y dime donde lo topo.
- La dirección me la sé, pero la foto la dejé en el carro. Deja voy por ella.
- Está bueno... pero te voy a vasculear otra vez, no me vayas a salir con una chingadera.
- No, no, cómo crees.
- Órale pues, no te tardes.
- Carnal ¿y ese cuico que está haciendo a un lado de mi carro?
- ¿Cuál cuico?
- ¿Me quieres poner un 4?
- No digas pendejadas... ¿cuál cuico?
- Pues ese que está ahí parado a un lado ¿es de tu nómina?
- Yo no veo ningún cabrón.
- ¿Me estás poniendo un 4?
- Ahí no hay ningún pinche cuico.
- Fijate bien ahí esta parado el hijo de su puta madre...

Se paró de la silla, miró fijamente por la ventana y en ese pequeño lapso de distracción aproveché para sacar la navaja que había puesto a lo largo de mi fajo por la cara de adentro.

- Shh shh shh... calladito cabrón... calladito.
- No te pases de...
- ¿De qué?... shhh... esto es para que tus chalanes aprendan a vasculear bien para la otra, lástima que para tí ya no hay otra vez.
- ¡PARO!.

Corté de tajo la garganta. El chalan entró de repente pero un tiro le perforó la nuca. Pitus también hizo bien su trabajo

Habíamos quebrado a uno de los mejores. El mensaje estaba dicho, Pitus y yo íbamos por el puesto. El Barrio 14 decía presente.

Capítulo 40.

sábado, 13 de septiembre de 2008

El negocio iba creciendo. El barrio comenzaba a ganar buena fama y respeto. Los que trabajábamos duro ganábamos buen billete. Y con el billete vienen los regalos para uno mismo. Aunque siempre me gustó andar en "patín del diablo" me dieron ganas de comprar un carrito. Las "caribe" siempre me gustaron porque las podías modificar con poco dinero.

- Que pasa güero...¿cómo andas?
- Ps aquí mi Lover, chingándole.
- Como debe ser loco... oye pirata, vengo por la feria.
- Híjole Lover, lo que pasa que ha estado bien malo el jale.
- En todos lados pirata, pero necesito que me des un adelanto.
- Vente el lunes y te doy una buena feria.
- Nombre... falta mucho y ando corto. ¿No tienes finanzas?
- No me ha caído nada...
- ¿Y este carrito de quien es?
- Ps mío.
- Ps vamos haciendo bisne pirata.
- Ese no lo vendo... lo quería arreglar.
- Pero tu luego agarras otro más chingón... vamos con este ¿o que?
- Me agarras a boca de jarro Lover...
- Te doy siete mil bolas y quedamos a mano con la deuda.
- Como crees Lover... me lo quieres tomar muy barato... mínimo sale en unos 17 varos, esta bueno de la máquina y no está picado. Súbele tantito.
- 7,500 y no se diga más... luego los intereses...
- Chale.

Yo no sabía manejar del todo bien, apenas uno que otro carro que nos habíamos chingado pero con la "caribe" agarré práctica. Y luego los arrancones.

Los arrancones se hacían los viernes en una avenida de un fraccionamiento nuevo. La banda se juntaba en el parque y aunque al principio los vecinos nos la hacían de tos, terminaron por ceder.
Las apuestas estaban a la orden del día, los tsurus, golfs, caribes, jettas y vochos modificados se daban cita en el lugar y hacían rugir sus motores. Eran los arrancones de los pobres.

Un día llegué con mi caribe a los arrancones dispuesto a participar. Aunque la traía más o menos arreglada, apenas le había modificado el motor. Un flowmaster y un ventilador en la toma de aire. Llegué con Pitus y con Juan, la gente nos volteó a ver porque éramos nuevos. Para pronto el Pitus se aferró una chamaca. El Juan era más lento. Yo platiqué con un grupito de chavas y en eso llegaron sus machines.

-¿ Y tú que barrio? A poco con eso piensas competir.
- Pues a ver que sale.
- En esa chingadera no le ganas ni a una bicicleta.
- Pero sí a ese pinche tsuru madreado - dije señalando el carro de dónde vi que salió.
- ¿Madreado? Con ese cabrón he ganado buen billete... te la juego ¿o te pandeas?
- Pa' luego es tarde loco.
- ¿A cuanto levantas esa chatarra?
- 140 km/h.

En eso la banda se empezó a reir, algunos en voz alta otros como diciendo "pinche pendejo". En eso señalo a uno de los amigos del cabrón que me retó y le digo.

- Tú.
- ¿Yo qué cabrón?
- Tú te vas a subir conmigo para que veas que mi caribe levanta los 140.
- No mames, en una vuelta no vas a levantar los 140.
- Tú te subes.
- 1,000 varos a que no los levantas.
- Trato.

En eso Pitus se me acerca y me dice en tono bajo.

- No mames Lover, te van a chingar.
- Tu tranquilo mi Pitus.
- Tú sabrás... pero yo nomás te digo.

Y en eso se voltea con el wey que me las iba a jugar y apuesta 3,000 varos a que yo gano y 5,000 a que llego a 140 km/h.

Nos trepamos cada quien a su carro y yo con mi copiloto. La banda se comenzó a prender, se pusieron a los lados y comenzó el desmadre. El wey del tsuru hacia sonar a todo lo que daba la máquina de su carro. Yo nomás le aceleraba para lubricar. La chava del pantalon de cuero llega con la bandera hecha con una playera y se pone en medio de los carros. Voltea a ver al tsuru, me voltea a ver a mí, sonríe y agita la bandera con energía.

Las llantas se deshacen al primer arrancón, las inconfundibles rayas oscuras se marcan justo detrás de nosotros. El humo olor a caucho quemado se expande por el lugar y la gente salta de emoción. Gritos que se escuchan cada vez más lejanos.

Meto el acelerador a fondo, rápidamente meto el clutch cambio a segunda y sigo acelerando. Apenas dura unos segundos cuando la revolucionada máquina pide la tercera. A mi derecha el tsuru me aventaja como por un metro. Dejo que la máquina se revolucione hasta los 5,000 y hago el cambio a cuarta. En ese cambio el tsuru parece alejarse aún más. Decido seguir pisando el acelerador sin compasión. Las vueltas son bruscas y el carro derrapa. A toda velocidad apenas puedes controlar o medir cada centímetro. El volante comienza a vibrar, los músculos de los brazos se tensan y empieza ese pequeño dolor en las manos debida a la presión para sostener el volante. Comienzo a ganar terreno, me acerco al tsuru. El conductor me voltea a ver y en ese pequeño descuido cae en un ligero bache. Lo rebaso, falta sólo una curva para seguir derecho hasta la meta. Ya viene la curva, freno con motor, meto velocidad y piso el acelerador. Sigo ganando pero allí viene el tsuru a toda velocidad. Ya sólo es la recta, acelero hasta sentir que ya no hay lugar para el pedal, la meta está a unos metros, sigo ganando. El tsuru hace una maniobra bestial y en los últimos metros gana la carrera mientras la mujer del pantalón de cuero agita la bandera.

- Ja! te la chingaste hermano! Ni ganaste la carrera ni llegaste a 140.

La gente parece en una fiesta y todos celebran, gritan... pero pronto los dejamos atrás de nuevo. Yo sigo con el pie en el acelerador, la mano izquierda al volante y la derecha en la palanca de velocidades.

- Ya estuvo hermano, nomás era una vuelta. Perdiste.

Meto la última velocidad y agarro el volante con las dos manos. El marcador llega a los 120, la máquina y el volante comienzan a vibrar. Comienza a dolerme la pierna derecha por ejercer tanta presión sobre el acelerador pero nada importa ahora. Alla viene la curva, si la agarro abierta no perderé tanta velocidad. Aquí viene... el rechinido de las llantas es furioso, el copiloto se pega contra su ventana, y yo trato de mantener el cuerpo en posición y con la vista siempre al frente.

- ¡Cuidado pinche loco!

El volante hace berrinche y con cada imperfección en el pavimento quiere girar hacia cualquier lado, pero yo lo agarro lo más fuerte que puedo y apenas se mueve unos centímetros. El marcador llega a los 130 pero parece que ya no quiere dar mas. "Como chingados que no". Pasamos la meta otra vez, la gente parece inmóvil, como estatuas que sólo nos siguen con los ojos. La chica del pantalón de cuero ya no agita la bandera. Y una vez más se pierden en la distancia.

- ¡Ya párale cabrón! ¡Nos vamos a morir!

El copiloto parece más blanco que cuando se subió al carro. Mi pie castiga al acelerador como si quisiera hundirlo en la misma lámina. El medidor de temperatura comienza a moverse pero no así el velocímetro que sigue en 130. La curva de nuevo... esta vez no será posible tomarla, es demasiada velocidad. Sigo derecho y espero la siguiente oportunidad para poder dar vuelta y dirigirme a la meta, tendré así más tiempo para acelerar y no morir en una curva suicida. Por fin llego al lugar indicado. Las llantas lloran de nuevo y por un momento siento que las dos llantas de mi lado estan en el aire... ya való madre. Pero no. Tocan de nuevo el suelo y acelero como el mismo demonio. Es una buena recta, meto velocidad con la máquina a toda revolución. Ruge el motor, el marcador de la temperatura sigue en ascenso pero también el velocímetro. Y llegamos a 120..127...132...135...135...135... la meta está cerca, la gente se hace más grande a cada segundo la temperatura me dice que todo va mal.... pero el velocímetro me dice lo contrario. Y como si fuera una piedra mi pie sobre el acelerador no se mueve. Llegamos a los 140. Por fin 140. Y luego se escucha un ruido metálico bajo el cofre y unos chorros de humo blanco se escapan por las orillas de la lámina. La máquina ya no ruge y no podemos ver nada. Toco un poco el freno y el carro se descontrola unos centímetros pero agarro fuerte el volante. Ahora todo el camino está en mi mente. El velocímetro baja a 100... 90... piso el freno de nuevo, baja la velocidad y decido meter freno de mano. El jalón es tan fuerte que el carro comienza a girar, los rechinidos son muy fuertes y sólo estamos esperando el sonido del golpe de la lamina con alguna otra cosa solida, ya sea carro, poste, cemento, personas.

No sé cuántos giros fueron pero al fin se detiene. No hubo golpe seco. El copiloto tiene los ojos cerrados y está fuertemente agarrado a la puerta. A mi me duelen las manos y el pie. No escucho nada, veo por la ventana humo blanco, huelo el olor a balata y llanta quemada. Abro la puerta con dificultad, no sé dónde estoy. Recargo la mano sobre el cofre y me quemo.

Poco a poco comienzo a reconocer el lugar. A lo lejos la gente inmóvil nos está mirando. Lo primero que escucho después del trance es el grito de júbilo de Pitus. Agita fuerte el brazo en el aire y corre hacía mi. Detrás de él toda la gente.

Llegan y me rodean, eso de nuevo me desorienta y siento palmadas en la espalda. Toda la gente me felicita, Pitus toma mi brazo derecho y lo levanta como símbolo de victoria.

- ¡Eres la mamada Lover, eres la pinche mamada!

La caribe está ahí toda agotada, el copiloto por fin se baja más blanco que un fantasma y antes de que se pierda entre la multitud le digo.

- Ve y dile a tu compa a cuánto llegamos. Ve y dile que mi pinche chatarra te sacó un buen pedo.

Capítulo treinta y nueve

martes, 2 de septiembre de 2008

- Son dos o tres hermanos. La mueven en San Miguel. Quieren hacer alianza con el Álamo.

- ¿Son dos o son tres?

- Dos o tres.

- Necesito saber exactamente.

- Investiga.

- Eso se cobra aparte.

- Entonces son dos.

- Entonces sólo quiebro a dos.

- 5,000 por que sean dos o tres.

- Quítame los intereses y voy a hacer los jales que siguen sin importar el número.

- ¿Quién te enseñó a negociar Lover?

- La calle.

- No hay duda, aprendiste de la mejor escuela.

- Entonces, ¿aceptas?

- Está bien, pero la espiada te la avientas también tú.

- No, no hay trato, así me ubicarían fácil.

- Te ofrezco intereses al 20% y yo investigo.

- Al 10%

- Lover, no te quieras pasar de listo. ¿Sí sabes con quién estás tratando cabrón? Acuérdate que ese dinero me lo debes y vas a pagar a quieras o no.

- Yo no te he dicho que no te voy a pagar Adrián, pero me quieres pagar muy barato el servicio.

- Al 20% y tú investigas. Si tratas de negociar el precio te rompo la cara cabroncito.

- Pero hace un momento dijiste que tú investigabas…

- Hace un momento, ahorita ya es otro momento. Y esa es mi oferta tómala o tómala, estoy siendo generoso Lover, ni al Pitus le he perdonado los intereses, así que si andas diciendo por ahí que me ablandaste el corazón voy a tener que cobrártelos al 40%. Tu plazo es el martes.

- ¿Ya el próximo?

- Ni modo que hoy mismo, a menos que seas muy cabrón.

- ¿Cómo se llaman?

- No viene en el precio, eso se cobra aparte.

- No mames Adrián...

Se levantó bruscamente, me agarró de la playera y me jaló para con él.

- No me vuelvas a decir “no mames Adrián” o te lavo la boca con plomo recabrón. – me aventó a la silla otra vez, resopló para sacarse el coraje, quedamos en silencio por unos segundos y dijo- Mi Lover, todos andamos muy estresados por el bisne, pero tenemos que guardarnos respeto.

- Esta bueno Adrián…

- Sergio, Eduardo y Alejandro… es todo lo que sé. Pregúntale al “Marqués” él fue el que investigó lo otro. Pero no se confíe mi Lover, es la última vez, las siguientes ya es como quedamos, usted investiga y usted hace el jale.

No cabe duda. Adrián seguía siendo el jefe, el padrote, el chulo.

Capítulo 38

lunes, 25 de agosto de 2008

Javier llevaba tres años pretendiendo a Sara, no era muy agraciado, tenía los brazos cortos, una espalda muy ancha de hacer ejercicio en el gimnasio y un cuello como de tortuga; pero eso sí, era muy amable con Sara además de gentil, noble, caballero... galante, no bebía ni fumaba.

Se desvivía por Sara, a cualquier hora iba a recogerla de la escuela, de su trabajo, de su casa y él siempre pagaba el pasaje del camión. No dudaba en ayudarle con su tarea de la escuela y ella siempre aceptaba ir a comer una nieve al parque con él.

Tres años día y noche a su merced. Durante ese tiempo Javier jamás se atrevió a declarle su amor a Sara aunque eso ni era necesario. Todo mundo lo sabía. Sara lo sabía. Quizá ella también lo amaba o es nada más que le tenía compasión y por eso durante ese tiempo Sara no había tenido un sólo novio, pero pretendientes no le faltaban pues, aunque no era muy bonita, tenía lo suyo y era una muchachita bastante decente y no salía con cualquiera, sólo con su eterno "mejor amigo" Javier.

El muchacho no me caía mal, de hecho jamás me había hecho una mala cara pero la verdad es que no nos caíamos bien. Su forma de vestir, de hablar y de sentirse un adonis de puro músculo (y un par de bracitos) me hacía sentir como una piedra en el zapato. El problema estaba en que nunca me había dado un motivo suficiente como para ponerle una chinga. Siempre es reconfortante pegarle una buena golpiza a los musculitos. Sí, tienen fuerza, pero están tiesos como un palo.

Entonces se me ocurrió. Era yo un hijo de puta. Sarita trabajaba en una tienda de ropa y salía todos los días a las ocho de la noche, ella era quien cerraba pues era trabajadora de confianza. Desde las siete con cuarenta y cinco Javier la esperaba afuera de la tienda y a veces la ayudaba a cerrar las cortinas. Justo en frente tomaban el camión y Javier la acompañaba hasta su casa. Esa era la rutina de los lunes, miércoles y viernes. Con el olfato fino seguí a mi presa. Lo primero fue hablar con los maestros: "¿qué pasa profe? necesito que me haga un favorcito... esta Sara... pues como que se me hace que no va a pasar la materia ¿o usted como ve profe?" "pues lleva nueve... pero tienes razón, como que no está aprendiendo lo suficiente" "es lo que le decía profe... ahí le va... para que se aliviane" "gracias Lover... tú si eres gente" Y así conseguí acercarme a ella. Después los pretextos para verla más seguido eran sencillos y estúpidos. Dos meses fueron suficientes. Dos meses para la muchachita decente.

Javier era pendejo pero no tanto, sabía que estaba pisando en su terreno y pronto comenzó a hablarle mal de mí a Sarita. Ella no le hizo caso. Javier me veía con ojos de pistola cada que nos topábamos y si antes no me mostraba respeto, ahora me despreciaba.

Era miércoles. Llegué a la tienda de ropa donde trabaja Sarita a las siete con veinte y le dije que la invitaba a cenar. Me dijo que no la dejaban sus papás, porque ya era tarde. Le dije que cerrara temprano y alcazábamos bien. Sí quería pero le gustaba que le rogara, y mi me encantaba rogarle. Por fin aceptó cerrar temprano, le ayude a bajar las cortinas y bajamos las pastillas para apagar la luz de todo el local. Y la oscuridad es siempre la mejor aliada para esos "jueguitos" y esos rosamientos "accidentales" que después se convierten en un acto de sexo un tanto... salvaje.

Mientras la tenía sobre el mostrador y la embestía lo más duro que podía ella se aguantaba para no hacer ruido y se mordía el labio inferior para no dejar escapar un sólo gemido, entonces me le acerqué al oído y le dije "no te reprimas... grita... eso me gusta" Y con mi dedo pulgar sobre su labio intenté abrir su boca. Luego ella ya no se aguantó las ganas y cantó para mi. Terminamos esa excelente sesión y le dije que se vistiera mientras yo salía a tomar un poco de aire.

Salí por la pequeña puerta de la cortina de metal y ví la calle vacía. Observé mi reloj y marcaba las ocho diesisiete. Todo marchaba perfecto. Eché una mirada y en la esquina de en frente, en la parada del camión vi una sombra y unos pequeños ojos que con rabia me miraban. En la mano derecha un ramo de flores sacudidas. El puño izquierdo bien apretado. La espalda ancha se hinchaba a cada respiro agitado. Yo me le quedé viendo mientras con la mano acomodaba mi cabello y le sonreí amistosamente. Luego salió Sara arreglando su peinado y cerrando apresuradamente la puerta. "Vámonos corazón... será mejor tomar el camión en la otra calle, aquí ya está muy solo"

Dicen los que lo conocen que Javier le iba a declarar su amor a Sara un miércoles. Dicen que como siempre estuvo ahí a las siete cuarenta y cinco. Dicen que lo encontraron el jueves todo borracho y orinado... que tuvieron que llevarlo a la cruz verde para que le bajaran la borrachera.

Y Sara... de ella ya no supe nada después del viernes.

Capítulo treinta y siete.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Doña Pina tenía 37 años y dos hijas, una de 15 y otra de 13. Era una de las tantas prostitutas que trabajaban para el Adrián. Llevaba tres días indispuesta, al principio creimos que era por "la enfermedad de todas las mujeres" pero de todos modos se nos hizo raro que no saliera a trabajar a su esquina. Adrián estaba molesto con la situación porque estaba perdiendo dinero así que me mando con Doña Pina, o mejor dicho con "Esmeralda" para ver que estaba pasando.

Cuando llegué a la puerta de su casa toqué no muy fuerte para no intimidar ni ser grosero, porque ante todo mientras estuviera en su casa era una dama. Toque varias veces y nadie abría ni contestaba, después a la cuarta vez escuché que alguien se acercaba a la puerta y en tono molesto gritaba "ya voy, ya voy".

Esmeralda con los ojos hinchados y el rimel escurrido me abrió la puerta. Al ver que era yo y no Adrián trató de cambiar su expresión por una más amable y me dijo:

- Lover, eres tú, pensé que eras Adrián.
- No Esme, soy yo... pero de todos modos, como si fuera el Adrián.
- Ah... te mandó él.
- Sí Esme, quiere saber que pasa con la chamba.
- ¿Pues qué pasa de qué?
- Pues no has hecho guardia en tu lugar.
- Ah... eso... es que... ahorita no puedo trabajar... cosa de mujeres.
- Esme... sabes que yo te respeto, y tú sabes que no es por eso.
- Tú que vas a saber chamaco...
- Mira Esme, ya sabes como es Adrián y si le digo eso no se la va a tragar, mejor vamos hablando bien y yo te echo la mano...
Se quedó pensando un instante y luego dijo - Pásale pues...

Su casa no tenía muchas cosas pero lo poco que tenía estaba bastante ordenado y limpio, me invitó a sentarme y me ofreció algo de tomar, para devolver la hospitalidad yo le ofrecí algo más:

- ¿Quieres un churrito Esme?
- Te voy a aceptar uno... para destensarme

Lo encendió, le dió la primera calada y dejó que la hierba hiciera lo suyo.

- A ver Esme, ahora sí... que pasó.

Ella buscó las palabras y después de un instante de silencio comenzó.

- Ya me cansé Lover... ya me cansé de todo esto. ¿Sabes cuánto tiempo llevo haciendo esto? Desde que tengo 13 años y ya no puedo Lover, ya no quiero.
- Esme... aquí en el barrio no trabaja ninguna menor de 18 años, Adrián siempre se ahorra problemas con la tira.
- ¿Y quien dijo que yo trabajara aquí? No Lover, yo soy foránea. Soy de Veracruz.
- ¿Ah sí? no sabía Esme...
- Desde los 13 años trabajo en la esquina, en el talón. Vine para acá tratando de huir de todo eso, pero aquí en la ciudad la vida es dura. No terminé ni la primaria, estaba sola y no podía encontrar un buen trabajo, tampoco tenía donde vivir. Tuve que hacer lo único que sabía hacer: talonear. Así conocí a Adrián. Y así comencé otra vez en esto. Una puta.
- Esme... pero bien o mal aquí no te falta nada. Tienes amigos, ganas un buen dinero y tienes donde vivir... es mejor que estar en la calle.
- Que sea mejor que algo más jodido no significa que sea bueno Lover. Además... llevo tanto tiempo sola
- Ya encontrarás a alguien Esme... eres muy buena persona y además... todavía estás de buen ver.
Soltó una risa y me respondió - Ay Lover... que cosas dices ¿quién va a querer a una puta? dime quién... he tenido a tantos... pero el corazón no se renta Lover.
- Tu con calma Esme... vas a ver que va a llegar el bueno.
- Uno bueno... uno que no me pague, que no sea por una hora, que no me diga "princesa" por unos billetes... estoy cansada de todo eso.

Fumó de nuevo el cigarro de hierbamala, los ojos se le ponían rojos... no supe si de tristeza o por la fumada. Nos quedamos en silencio y me levanté con dirección a la puerta.

- ¿Qué le vas a decir al Adrián?
- Que el corazón no se renta...

Soltó una leve sonrisa y yo salí con dirección a la casa de Adrián.

- ¿Que pasó con la puta esta?
- Tiene infección.
- ¿Y eso que chingados importa? ni que fuera a venir salubridad a revisarnos.
- Yo le dije que estaba bien, que trabajara hasta que se curara.
- ¿Eres pendejo Lover o nomás me quieres hacer encabronar? ¡Piensa en el negocio! ¡Estamos dejando ir mucho billete!
- Si le ofrecemos mala mercancía a los clientes se van a espantar y vamos a tener que agarrar a puro cabrón sin dinero que no va a querer pagar el servicio o nos van a querer pagar una chingadera. Piensa en el negocio. Hay que cuidar la mercancía.
- Puede que tengas razón Lover... te me vas como cuete a la farmacia y te compras las medicinas que necesite para que trabaje lo antes posible. Chingado, si ese era el problema haberme dicho antes. Yo pensé que ya andaba con esas pendejadas de sentimentalismo que les pega a las putas... esa chingadera se contagia como virus.

Capítulo 36

jueves, 7 de agosto de 2008

- Mira mi chavo, te quedaron 5 materias y así te van a retener el semestre, ahorita estamos cobrando 500 pesos por materia.
- Está muy caro Lover, haz una rebaja... de compas.
- No es nada personal carnal, pero negocios son negocios.
- Lo que pasa que no alcanzo a juntar la feria, me alcanza para tres materias.
- Pues entonces vas a tener que estudiar para pasar dos extraordinarios.
- ¿No hay manera de un descuento o de pagar en abonos? ya sabes que a mi no se me da eso del estudio.
- Mira "Tavito", tu me caes bien aquí la bronca está en que tengo que reportarme con el maestro y si te hago un descuento pues no le saco nada.
- Chale....
- O es más, vamos haciendo esto, te agarro una "finanza" para que completes lo que te falta. ¿Tienes "finanzas"?
- Pues... ahorita no he agarrado nada.
- El otro día te vi en una patineta ¿está buena?
- Sí mi Lover, pero esa vale un billete.
- ¿Cuánto crees que vale?
- 1,500, la tabla esta buena y las llantas son nuevas, de marca.
- A mi ni me gustan esas chingaderas, pero te la tomo en 800 pesos.
- Cómo crees Lover, me estás chingando con mucha feria.
- Lo que pasa que no me gusta estar batallando para sacar las finanzas... o si no te conviene pues a estudiar mi chavo.
- 1000 pesos y vámonos recio.
- 800, ni un peso más, si te animas me la llevas en la tarde a la casa, porque mañana quien sabe si suba el dolar. Sale, el que sigue.
- Que pasa Pedrito, pásale.
- Lover ¿cómo va el comité?
- Pues aquí echándole ganas, y ¿pa' que soy bueno?
- Fíjate que me quedaron 4 materias, y quería ver si me las pasabas.
- Mira Pedrito, ahorita estamos cobrando 500 pesos por materia... 2,000 pesos y despreocúpate. - No chingues Lover, eso es usura.
- No es usura Pedrito, es soborno, y así está el bisne.
- Mira Lover, aquí el asunto está en que tengo unos conocidos pesados en las oficinas y me dijeron que me podías pasar las materias
- Si puedo, mientras reciba mi pago.
- Creo que no me estoy explicando Lover. Tengo buenos contactos y no vengo a pagarle a nadie, nada más quiero que me hagas el trámite, no busco problemas.
- Mira Pedro, a mi me vale madre si eres hijo del mismo cardenal, mi negocio se maneja con esas cuotas y no hay rebajas ni concesiones. Dile a tus contactos que ellos te hagan el trámite.
- No Lover, no me entiendes. Ellos no se meten en este tipo de bisnes pedorros, ellos se van a lo grande. Yo nada más vengo a que me hagas el trámite y ya.
- Pues lamento decirte que no soy tu secretaria y si no pagas no pasas. Es más, me acaba de llegar un fax donde la cuota subió a 800 pesos por materia.
- No te pases de listo Lover...
- Tienes sólo hoy para pagar a 800 pesos, para mañana te voy a cobrar 1,000. Que pase el siguiente.
- No te la vas a acabar cuando...
- ¿Cuando sepa quienes son "tus contactos"?. No seas pendejo Pedro, yo no soy el que tiene que saber quienes son "tus contactos", eres tú el que debe investigar a los míos. Pásale Perlita, aquí Pedro ya se iba.
- Ya nos veremos las caras...
- Ojalá que no. En fin... Perlita en que te puedo ayudar.
- Pues lo mismo que todos... las materias.
- ¿Qué pasó Perlita? ¿a poco tu repruebas?
- Me falló un poquito este semestre.
- ¿Cuántas?
- Siete.
- Ay cabrón! pues se me hace que reprobaste más de las que metiste.
- ¡Ay que sangrón!
- Era broma Perlita... pues están saliendo en 500 pesos las materias.
- Híjole, esta muy caro... ¿no hay un descuento?
- Lo que pasa que tengo que darle mochada a los profes, y luego no sale para el taco.
- Híjole Lover... ¿pues cómo le hacemos?

Me paré de mi asiento y me dirigí a la puerta. Todavía había tres esperando su turno para pasar.

- A ver chavos, ya es hora de la comida les platico rápido: la cuota de recuperación y gastos administrativos para pasarles la materia es de 500 pesos, échenle cuentas y mañana se vienen con la feria. No hay descuentos.

Los tres chavos se fueron y yo regresé a mi oficina. Cerré la puerta con cuidado y cerré las cortinas mugrosas. Prendí el viejo ventilador ruidoso para que no se encerrara el calor y también para que no se escuchara tanto hacia afuera.

Jamás hubiera imaginado que el escritorio fuera tan amplio.

Capítulo treinta y cinco

miércoles, 30 de julio de 2008

- Sabía que lo harías bien Lover, traes un hervidero por todos lados, andan diciendo que tienes huevos de hierro.

- Supongo que mi deuda contigo ya casi está pagada.

Le dio una fumada a su puro para contener el coraje de que le haya contestado de esa manera tan fría.

- No mi Lover, con eso apenas me pagaste el 20% de lo que me debes. Todavía tenemos mucho trabajo y todavía tienes mucho que pagar.

- Sería mejor que me hagas la cuenta bien Adrián, para saber cuándo voy a terminar de paga, cuentas claras amistades largas.

Otra calada más a su puro y se reclinó sobre su escritorio improvisado. Tomó su pluma y en una servilleta hizo la cuenta. Le dio una última mirada y me la acercó con la mano.

- Eso es lo que me debes Lover, ahí está el descuento por el jale del otro día.

- Se me hace que me estás cargando la mano Adrián.

- No Lover, cuentas claras.

- ¿Tienes más jale? Me gusta pagar mis deudas pronto.

- Que no se te suba tanto Lover, apenas te echaste a un pichón y ya te sientes muy gallo. No pierdas el suelo.

- Para nada mi Adrián, es sólo que no me gusta deberle a nadie.

- Yo lo sabía mi Lover, dentro de ti hay un gran cabrón, pero a tu edad mi cuenta era de 7 difuntitos. Tienes mucho que aprender y con la práctica se mejora la técnica. No se te olvide. Trabaja conmigo y vamos a explotar tus habilidades.

Aquella frase tenía dos sentidos: en uno me estaba felicitando por mi trabajo y hacía evidente su deseo de trabajar a mi lado, me reconocía. Pero por otro me estaba advirtiendo que él tenía más colmillo que yo y que no me sería tan fácil. Por último en su invitación a trabajar con él me advertía que de lo contrario me aplastaría. No te preocupes Adrián, en mis planes no está llenarme de enemigos de tu calibre, sería cazado muy rápido.

Capítulo 34

viernes, 25 de julio de 2008

Esa noche no pude dormir. No quise dormir. Cada que cerraba los ojos se me venía esa imagen: él me voltea a ver a los ojos con una sonrisa que se apaga drásticamente mientras el impacto de la bala calibre 45 revienta en su pecho. Por un instante sabe que moría y no alcanza a preguntarme ¿por qué?, yo les respondo la pregunta que no hace con la segunda bala pero entonces es ya solo un pedazo de carne que va cayendo en cámara lenta. Todos me voltean a ver, decenas de pares de ojos se inyectan de sangre y sus rostros de terror. El rugido del cañón los paraliza a todos, pero mis oídos se vuelven sordos para no interrumpir al cerebro. Primero mis piernas son muy pesadas, me cuesta levantar la primera para echarme a correr, el segundo paso es más sencillo y para el tercero soy tan ligero como el viento. Pero la escena se repite de nuevo desde el principio.

Por eso ya no quiero dormir.

Al otro día, bajo la luz de la mañana me quité la ropa. Necesitaba un baño para poder despertar. Deseaba que al salir de la regadera estuviera allí mamá Juanita, esperándome para desayunar unos huevos a la mexicana que tan ricos preparaba. Que todo desde hace semanas hubiera sido un sueño. Pero cuando salí de la regadera sólo vi basura sobre la mesa. Me acerqué hasta la cama aún sin secarme y me tiré en la cama perdido mientras observaba el pantalón que me había quitado apenas por la mañana. Luego miré esos pequeños puntos. Levanté el pantalón y lo observé de cerca. Eran gotas de sangre. Me dieron ganas de vomitar y lancé el pantalón hasta la esquina.

Si seguía con ese tormento ninguna muerte habría valido la pena. Si moría de sobredosis, si me suicidaba, si me asesinaban o si moría de tristeza entonces me habría condenado por nada. No podía seguir así. Era hora de salir del capullo. Adrián quería un Lover, el Barrio 14 necesitaba a Lover. Pero ¿estaban preparados para eso? Nadie podría robarme mi gloria, nadie podría decir que ellos crearon a Lover. Con apenas 15 años encima tenía todo el futuro por delante.

Y totalmente solo, con las gotas de agua aun evaporándose de mi cuerpo lo decidí: no habría nadie que me detuviera, no habría jamás nadie por quién detenerme, y todo el Barrio 14 con orgullo diría: sí, Lover salió de este lugar y voy a contarte su historia.

No se fracasa si existe un comienzo.

Capítulo treinta y tres

lunes, 14 de julio de 2008

Por supuesto que las habladurías de Adrián no me había convencido de nada. No lo haría por ganar prestigio, nunca lo hubiera hecho por eso.

Lo hice porque Adrián tenía mi palabra. Si había algo que valía de mí en este mundo era mi palabra y desde antes ya me había forjado la idea de que mis promesas se cumplirían a toda costa, sin importar las consecuencias. Era precisamente aquello lo que hacía que pensara muy bien las cosas, que midiera mejor las consecuencias.

Siempre he creído que jurar es para cobardes que no tienen el coraje para cumplir su palabra. Jurar es como amarrarse una piedra a los pies y decir: si no puedo volar, entonces me lanzo al río para morir. El que tiene el suficiente coraje no necesita de la piedra y si no logra volar se lanza al río y no intenta nadar, se deja hundir por propio peso hasta el fondo. La piedra te hunde con su peso y la cuerda te impide llegar a la superficie aunque nades ¿entonces dónde esta el valor? En cambio una promesa requiere todo de ti.

Prometí pagar y lo haría.

Saqué el revolver .45 Era el arma más segura que tenía. No se encasquillaba y sería casi imposible que sobreviviera a un boquete del tamaño que deja. Cacha de marfil, cañón de acero cromado. Me quedé sentando en mi cama admirando aquella pistola que en unas horas cortaría las últimas cadenas que me mantenían aferrado al cielo y que trozadas me daban el pase al infierno.

Pitus se ofreció en secreto a hacer el trabajo por mí, a manera de justificación dijo que estaba yo muy pendejo para ese trabajo. No quería que me condenara. Le di las gracias y le dije que eran cosas que yo tenía que hacer. Me dijo que no era necesario, que nadie se daría cuenta. Una vez más le di las gracias y le dije que lo haría yo. Me dijo que pusiera la mano rígida como tabla para que pudiera disparar más rápido la segunda bala.

Encontrarlo fue sencillo. Alguien con un carro tan arreglado y con la música a tan alto volumen no puede pasar desapercibido. Lo difícil sería agarrarlo sólo o en su defecto tener espacio para correr y esconderme. Opté por lo segundo.

Ocho balas. Dos para el objetivo. Seis para quien se interpusiera. La calle que hacía cerrada era perfecta. Mejor aún porque las cuadras eran pequeñas así que podría dar vuelta por muchas para perderlos. Tenía que dejarlos atrás por 5 cuadras para luego llegar a San Alfonso que era tierra de nadie. De ahí tomar taxi en la avenida y bajarme en Cabañas 13. De Cabañas 13 contactarme con el Loncho que me llevaría al Barrio 14 por las calles que parecían laberinto.

Bang. Bang. La mano esta vez no se fue para atrás, como había dicho Pitus y fue más rápido disparar la segunda bala. Aunque con la primera había sido suficiente. Gritos de las mujeres, maricones escondiéndose y hombres buscando sus pistolas. Corre hacia la esquina mas cercana, da vuelta ahí y ve paso rápido cubriéndote con los carros, manten esa velocidad y no voltees. Se escuchan los balazos detrás, el corazón comienza a latir tan rápido que sientes que se te va a salir del pecho o que va a explotar, es hora de saber si tienes nervios de acero. Deprisa, vuelve a dar vuelta. Ahora la imagen de la victima en tu cabeza una y otra vez, así es como te miraba mientras jalabas el gatillo, es extraño ¿no?. Corre, no voltees o te atrapan. La sirena que escuchas es de un accidente en la avenida, no vienen por ti, la paranoia te puede cegar. Cuidado, se escucha un carro detrás de ti, ¿ves esa casa? será mejor que brinques esa barda o te dejarán como coladera. Bien, sigues siendo ágil como cuando subías árboles. Por la azotea ahora, cuidado con el perro, gruñe demasiado. Bang, era necesario, el perro te demoraría. No pares, no pienses, no calcules. Corre y sólo corre. Te están viendo los de la tienda de abarrotes, pero tú no voltees a verlos, sigue el plan. El carro acaba de cruzar la calle que está detrás de ti, si te vieron estarán pisándote los talones en menos de un minuto, pero si le dieron la vuelta a la cuadra te estarán esperando en la siguiente calle. Entonces ¿Atrás o adelante? Juégatela y sigue derecho, aún tienes cinco balas, no pongas tu dedo en el gatillo o por los nervios podrías jalarlo accidentalmente y desperdiciar balas o dispararte tu mismo. Allá está San Alfonso, la avenida principal siempre está llena de gente, por el otro lado los carros que te buscan. Guarda la pistola, ya es hora de que cambies de playera, sí, lanza la que traes encima en ese baldío. Desabrocha la gorra de tu cinturón y póntela, detén ese taxi. Tira tu cartera en el piso del vehículo, de esa manera irás agachado y el taxista no sospechará mucho que te estás escondiendo. Ya es suficiente, llevas cinco minutos buscando tu cartera y el taxista se va a parar para ayudarte a buscarla. Dile que ya la encontraste. Ya casi están en Cabañas 13. Ya, lo lograste. Nadie de otro barrio se atrevería a meterse a Cabañas 13 a esa hora.

Por fin Loncho. Te llevó por las calles y llegaste a la entrada de la vecindad.

Bienvenido, el Barrio 14 te esperó todos estos años.

Capítulo 32

miércoles, 9 de julio de 2008

De regreso

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La enterramos un jueves, en la misma cripta que a mis padres. Por fin ahí descansaban los tres. Sólo faltaba yo para completar una bonita familia. Pero no pensaba acompañarlos pronto. Que Dios se apiade de sus almas… que el Barrio 14, se apiade de la mía.

Ya no lloré en el funeral porque me había secado. Además por una parte sentía un alivio extraño. Mamá Juanita ya no sufría más, por fin pudo descansar del cáncer… de mí. Se partió la espalda por cuidarme, sus manos se llenaron de callos para que yo tuviera que comer y que vestir. Era justo que tuviera un descanso… yo no podía ser tan egoísta.

Sin embargo la tristeza me invadió, la marihuana, el crack, la coca, el valium fueron mis mejores amigos durante unas semanas que no pude ni contarlas. Si no morí de sobredosis fue un milagro. Luego un día, mientras preparaba el churro del día tocaron fuerte a mi puerta.

- ¡No estoy carajo!
- ¡Lover!… ¡Lover! Wey… te hablan.
- ¡A la chingada! No estoy para nadie
- El Adrián te manda hablar, dice que ya vayas de volada.
- Dile que estoy hasta el culo…
- Dijo que le valía madre que estuvieras hasta el culo, dijo que si era necesario que te lleváramos a huevo Lover… pero mejor ve tú sólo loco, no queremos pedos en el barrio.
- Sáquenme si pueden cabrones, no voy a ningún lado.
- Ya te dije Lover, no queremos bronca contigo… pero el Adrián le urge verte.
- Ya pues, ya pues… ahorita le caigo al 1
- Sale pues, no te tardes loco… que si no va a venir él mismo.

Me puse una playera sucia y me fui para el 1.

-¡Lover!¡Qué milagro cabrón! Yo pensé que ya te habías quedado en el avión… y eso no es bueno chico, no es bueno.
- Qué pasa Adrián… que me buscabas urgentemente me dijeron los chavos.
- Estos cabrones que mandé no tienen tacto… pero vas a ver, les voy a rebajar la propina… clarito les dije que no importunaran al Lover si estaba ocupado… ya ves como son estos nuevos. Pero sí Lover, te mandé a hablar porque necesito hablar contigo.
- Ps aquí me tienes Adrián, tú dirás.
- Antes que nada déjame te digo que siento mucho lo de mamá Juanita, no te había podido ver más que en el funeral … y ya sabes, ahí no puede uno apoyar bien, hay mucha gente.
- Se te agradece Adrián… de corazón.
- No no no mi Lover, no hay que agradecer, para eso estamos. Y bueno, pues el bisne va más o menos por dónde mismo. Como te decía, yo se que te sientes mal por la gran pérdida, y se te entiende, se te estima… nomás que…

Me volteó a ver de manera pícara y sin dejar disimular esa leve sonrisa.

- Nomás que… pues ya es tiempo de trabajar mi Lover. Ya pasaste tu duelo y el bisne sigue.
- Yo lo sé Adrián, pero ya ves, no quería salir trabajar así… uno puede cometer muchos errores…
- Sí si si, como te digo, te comprendo te comprendo. Pero el bisne no para y además pues… ando corto de feria Lover, tú sabes que los tratamientos de mamá Juanita salían caros. Lamentablemente pues no se pudo lograr… una tragedia.
- No te preocupes Adrián, yo te dije que te iba a pagar hasta el último peso y lo voy a hacer.
- Yo confío en ti Lover, yo sé que eres de confianza y me pagarás hasta el último peso… pero con tu jale actual vas a tardar mucho en liquidarme y como te digo… estoy urgido de una feria porque se viene un bisne bueno. Escorpión a mitad de precio. Se la tumbaron a unos narcos en una balacera donde murieron 3. A este contacto le urge sacarla a vender para no meterse en pedos y la esta dando a mitad de precio.
- No hay bronca Adrián, a ver como le hago pero dame unos meses, puedo hacer más entregas, algunas piezas de carros, un par de motos. Pero de que sale sale.
- Si te entiendo… pero te repito… necesito el dinero como de rayo, no en unos meses. Además por ahí supe que andan vendiendo mi coca rebajada con diazepan… y tú sabes Lover… con ese tipo de ratas uno no puede competir.

¡En la madre! Adrián se había enterado de que yo estaba rebajando la coca con diazepan. Obviamente con “ese tipo de ratas” se estaba refiriendo a mi. Adrián no me iba a dejar ir tan fácil ni tampoco lo iba a pasar por alto. Yo me hice como que no sabía y que incluso estaba de acuerdo con él.

- Si, te entiendo, esta cabrón así… pero ¿qué sugieres entonces?.
- Me gusta tu disposición Lover. Pues mira el bisne está así: en Jarpis hay un cabrón que acaba de llegar del gabacho, ya sabes, del norte. Anda moviendo mucho las aguas por Jarpis y Jardines. Están vendiendo perico en el territorio del Barrio 14 y están rayando las paredes con esas porquerías de graffiti. Paredes obviamente que están dentro del 14. Con ese tipo de gente no se puede razonar. Se creen muy cabrones porque vienen de los Estados Unidos y creen que pueden venir a hacer sus pendejadas acá. Hay que pararlo en seco.
- Claro, estoy de acuerdo. Ahorita mismo me junto a un par de camaradas. Tubos, botellas y nuestros puños. Te prometo que estará una semana en el hospital. Después de eso no va a querer ni pararse.
- No Lover, creo que no entiendes “el problema”. Esa gente no “razona”, ni con los puños ni con los tubos. Son mala hierba que mientras quede la raíz vuelve a salir. Hay que borrarlo del mapa. ¿Tienes cuete en tu cantón o quieres que te de uno?

Yo no le entraba a esa parte del bisne, y Adrián lo sabía. Era un hijo de puta. Yo no sabía ni que hacer. Y por si fuera poco me iba a meter a Jardines que poco a poco estaba creciendo y ganando poder. Adrián era un cabrón, si yo lograba mi objetivo él ganaría mucho prestigio, pero si al que mataban era a mi, el también ganaba, podría ponerme de ejemplo como traidor por rebajar su coca y no pagarle su dinero, y mi cadáver no le costaría un solo centavo.

- Aguanta Adrián, ya sabes que yo no le entro a esa parte del bisne.
- Yo lo sé Lover, pero debes de entender mi necesidad. Podría pagarle al Juan para que haga el jale, pero si le pago al Juan ya no tendré para el bisne de la escorpión. Y pues… yo pensé que porque te había ayudado en tus problemas tu podrías ayudarme en los míos… no quiero parecer grosero o un hijo de la chingada… pero ahora si que lo de doña Juanita no quedó por nuestra parte… hicimos todo lo posible y… bueno… ya conocemos la tragedia… pero ahora… pues ahora necesitamos ese dinerito Lover, para apuntalar bien al Barrio 14. ¿O a caso me estas diciendo que no valió la pena ese dinero para doña Juanita?
- No Adrián pero…
- No me traiciones así Lover, ¿luego para qué están los amigos? Yo te ayudé cuando pude y ahora pues…y además acuérdate de los intereses..
- ¿Cuáles intereses? Nunca me dijiste que…
- No no no no, no te confundas Lover, tu sabes, ya subió el dólar y el dinero no vale lo mismo… que no hayamos hablado de los intereses no significa que no lo estaba considerando, tu sabes que así es el bisne, no es nada personal.
- ¿Al 13%?
- Jajajaja ahora sí me hiciste reir, ¿al 13%? Pues ni que estuviéramos vendiendo cocos mi Lover, tu sabes que en este bisne es del 30%... mínimo.
- Pero Adrián asi nunca…
- Por eso te ofrezco un negocio donde vas a poder pagarme más rápido. Además… no se de qué te quejas Lover, por ahí me han dicho que eres bueno con el cuete, eso sí, que nomás lo usas para romper botellas o ventanas… pero que eres bueno con el cuete.

Luego se me acercó y comenzó a rondarme como un felino alrededor de su presa. Se me quedó muy cerca y siguió con su monólogo.

- Dicen que la pistola es una extensión de tu brazo, dicen que el gatillo es tu sexto dedo de la mano y que el cañón es tu tercer ojo. ¿Por qué te afrentas de tu destino Lover? Tú no naciste para ser un raterillo de mediopelo, ni tampoco naciste para ser repartidor. Tú naciste para algo grande… para estar sentado junto a mí. Tú y Pitus deben estar sentados a cada lado de mi silla. Los tres podremos ser los dueños del 14, de Jardines, de Cabañas 13, de San Miguel… de la Maldita. La nuestra será una tierra que dará vino y hierba. El Barrio 14 te reclama como un hijo, pero tu te alejas… ya es hora de que regreses Lover, tú eres el hijo pródigo.

Que el Barrio 14 se apiade de nuestras almas.

AUSENTE

viernes, 6 de junio de 2008

Por motivos personales no podré escribir en un par de meses. Pero regresaré pronto.

Gracias a quienes me leen.

Capítulo treinta y uno

martes, 20 de mayo de 2008

Mamá Juanita perdía todo su blanco pelo con cada quimioterapia. Le daba mucha pena y usaba todo el día su reboso. Le dije que no tenía porqué avergonzarse y yo me rapé también.

Ya no reía, ya no me regañaba y comía poco. Su piel se llenaba de zurcos más profundos, sus ojeras tan negras y esa piel tan pegada a los pómulos que la hacían ver marchita. La mirada hundida reflejaba esas ganas de luchar que el cáncer le reprimía.

En el barrio me preguntaban que porqué me había rapado, yo respondía que porque había perdido una apuesta. Sólo dos personas supieron que eso no era verdad: Elizabeth y Pitus. El mugroso dinero no servía para sacarla de dónde estaba.

Luego las palabras de ese doctor: desahuciada. ¿Qué se hace en esos momentos? Dime tú qué se hace. La abracé fuerte. Le menté la madre al doctor. Eso es lo que se hace. Nos regresamos a la casa como zombies, apenas cruzamos palabra. Yo le dije que no era cierto, que se había equivocado como los otros doctores que le habían dicho que tenía pulmonía. Ella sólo puso esa sonrisa tan tierna... tan lejana.

Una vez me prometí no llorar nunca más, y aunque el nudo en la garganta no me dejaba ni hablar, no deje escapar ni una mugrosa lágrima. Nos fuimos a dormir temprano, aunque mejor dicho nos fuimos a acostar, porque ninguno de los dos pudo pegar pestaña. Y así pasaron los días con sus noches. Hasta que ella pasaba la mayor parte del día drogada por la marihuana que yo le daba y a veces yo mismo también fumaba para aguantar.

Ese día abrí el cajón de la base de mi cama. La saqué del estuche y saque un par de balas de la caja. La cargué y me hundí en mis pensamientos pálidos como la luz del foco de mi habitación. El nudo de la garganta apenas me dejaba respirar, tenía seca la boca y los ojos. Volví en mi, corté cartucho y me dirijí a la habitación de mamá Juanita. Le llamaban eutanasia, a los doctores les encanta poner palabras extrañas a este tipo de cosas.

Abrí despacio la puerta de su habitación. Me acerqué a su cama y ahí estaba dormida, respirando muy despacio. Le apunté directo a la cabeza. Escogí el calibre 22 porque era pequeño y no hacía reventar toda la parte por donde entraba, no quería que ella quedara desfigurada o incluso que se le reventara la cabeza como lo haría con una calibre 45. La 22 sólo le dejaría un agujerito muy pequeño. Mi dedo índice se colocó en el gatillo, empuñé con fuerza la pistola y estuve así por muchos minutos.

Luego me desmoroné en el piso y me puse a llorar bien quedito. Era yo ese cerdo que estaba a punto de matarla a ella, lo único que tenía en este pinche mundo. Me levanté y sin hacer ruido me fui de su habitación para no despertarla. Luego me tumbé en mi cama a seguir llorando toda la noche. ¿Cómo había podido ser yo tan hijo de puta como para pensarlo?

Al día siguiente llegué a la escuela con los ojos rojos y muy triste. Ni me fijaba en las personas mientras caminaba al salón hasta que alguien me interrumpió. Era Elizabeth que se había cortado el pelo, no como yo claro, pero sí muy cortito. Me preguntó que si me gustaba su nuevo corte. Luego cuando por la tarde regresé al Barrio 14 me encontré a Pitus. Le pregunté que porque se había rapado, él me dijo que porque había perdido una apuesta.

No necesitaron decírmelo con palabras para saber que aquello era una muestra de apoyo.

A veces en la vida todo se jode, pero siempre hay alguien que estará ahí para servir de pilar y no dejar que te derrumbes.

Capítulo 30

jueves, 8 de mayo de 2008

Llamaré Perlita a la hija de Perla, para no confudir.

Mientras Perla utilizaba las drogas más caras y cada día estaba más trincada; Perlita su hija me tiraba el pedo muy cabrón. Yo le daba entrada nomás para que sacara la pura feria, que bien me hacía en aquellos momentos pero la muy cabrona se empezaba a poner mas dura y ya no soltaba el dinero tan fácil.

- Lover, ya sabes que siempre me has gustado... pero tú nomás no das tu brazo a torcer.
- Perlita, pero si ya me conoces, ya sabes que a mi nada más me gusta el cotorreo.
- Si ya te conozco por eso te digo... deja de andar de cabrón y juntate conmigo, ya sabes que por dinero no sufrimos.
- No Perlita, a mi no me gustan esas chingaderas...
- ¿Pero bien que te gusta el dinero verdad cabrón?
- Me encanta. Para que te echo mentiras.
- Jajaja, a ti no se te quita lo hijo de la chingada ¿verdad Lover?
- Ese es mi don, Perlita, ese es mi don.
- Te propongo algo: si eres mi novio, pero mi novio de verdad, no chingaderas; mi dinero es tuyo.

Aquella era la mejor propuesta que me habían hecho en toda mi vida. Con el dinero de Perlita podía empezar a tirar en mayores cantidades, podía darle vueltas al dinero y duplicarlo, o tripicarlo. De esta manera no me metería en problemas con el Adrián ni con la Maldita Vecindad, porque el dinero también lo iban a mover ellos. La vida me sonreía por primera vez en mucho tiempo. Con ese dinero pagaría los mejores hospitales para mamá Juanita, pagaría mi deuda con Adrián, compraría las mejores flores para Elizabeth.

- Espérate no me muerdas... ¡auch!
-... ¿así?
- No no , lo estás haciendo todo mal, lo que tienes que hacer es sentirla con la lengua, no con los dientes. Haz una "o" con tu boca... ándale, así mero, ahora sí.. sí.. así, lento. ¿La estás probando? Con la lengua como te dije, despacio... como si quisieras sentir la textura. Pon atención al principio... uff.. sí así.
- ¿Te gusta Lover?
- Sí, sí, pero no hables que luego vale madre. No se puede hablar y hacer eso al mismo tiempo. Ándale... asi mero... asi mero.

Le dije que simón, que ya éramos novios. Pero que no le dijera a nadie.

Lo primero que hizo fue restregarle en la cara a las demás morras que ya andaba conmigo, me estaba quemando con toda la gente. Recibí comentarios de todo tipo "a huevo, eres un cabrón mi Lover, luego me invitas a pistear", "eres un pendejo, por irte con aquella gata desperdiciaste estas meras papacito", "Túmbale la feria y te pelas", "por irte con aquella pinche flaca tú te lo pierdes".

El dinero se lo estaban gastando como agua, derrochaban dinero a lo estúpido. En poco tiempo, Bertha la gorda salió embarazada a sus 14 años y Perla se había quedado en el viaje. Las cosas pintaban ya muy mal. No le había tumbado todavía el dinero suficiente a la Perlita, pero me estaba arriesgando demasiado a que me colgaran un milagrito.

- Sabes que Perlita, esto no va a funcionar...
- ¿Que me estás diciendo cabrón?
- Aguántame, no te sulfures, pero es que eres mucha vieja pa' mi, ya me di cuenta.
- ¿Cómo que mucha vieja? ¿me estás mandando a la chingada?
- Híjole Perlita, no lo tomes a mal... pero la neta sí.
- Pues vas y chingas a tu pinche madre cabrón, mira mira - y sacó una paca de dinero agitándola fuertemente - con este pinche dinero me consigo a diez como tú y luego los despacho como perros callejeros.
- Ni hablar Perlita, tienes razón.
- ¿Tienes razón? ¿es lo único que vas a decir pinche puto?
- Ps que quieres que te diga...
- ¡Lárgate pinche perro!, y me cae de a madres si te levantas mañana. ¡Lárgate cabrón que te mando a matar con mi pinche dinero!

Y sí, me mandó matar o madrear con unos pinches vagos. Lástima por ellos porque seguíamos en el barrio 14. Los agarramos, les metimos una chinga que quedaron incoscientes y los fuimos a tirar afuera de la casa de la Perla.

Despechada y humillada Perla le dió rienda suelta al culo con cuanto cabrón podía, que de hecho eran muchos los candidatos no por su belleza sino ya sabemos por qué.

Perla, Perlita y Bertha se gastaron en menos de un año lo que le costó a doña Licha juntar toda su vida. Jamás compraron una casa ni hicieron algo bueno con su dinero. Perla murió de sobredosis y encontraron su cuerpo en el basurero del mercado que estaba cerca del barrio. Cuando encontraron el cadáver llevaba puesto un vestido y unos zapatos carísimos; además tenía un peinado de salón ya todo maltrecho. Ya no traía joyas puestas, seguro los vagabundos se las habían robado.Pero al fin y al cabo había muerto vestida como señora de la alta sociedad.

Bertha abortó a los pocos meses con los últimos billetes que le quedaban. Perlita también quedó embarazada de quién sabe quién, ella sí tuvo al bebe, una niña. No terminaron la secundaria y no sabían ningún otro oficio más que el de la prostitución.

Bertha es una puta gorda, cobra mucho menos que Perlita quien a pesar de haber tenido una hija sigue igual de flaca. Incluso hoy las puedes encontrar dando su show en un prostíbulo de mala muerte por la calle de Plutarco. Invítales una línea y con eso te harán un oral, escoge a Perlita, ella es famosa por sus buenos trabajos... al fin y al cabo yo la enseñé a ganarse la vida.

Capítulo veintinueve.

En el capítulo 7 y 8 ya había hablado de Perla.

Cuando murió doña Licha, quien era la que mantenía a su hija y sus nietas, todas ellas pirujas, éstas no guardaron el luto más de 1 semana. Al fin y al cabo no tenían porque estar tristes si les había dejado una buena herencia. Pero es bien sabido que el caviar en el hocico del puerco dura lo mismo que un pan duro de hace tres días.

Perla, la madre, ya llevaba como 5 años con José, un drogadicto que no se rajaba y le seguía el paso sin escatimar dinero ni nada en el puto mundo. José era un ladron de baja casta. Se dedicaba al asalto de transeuntes, seguido quería hacer bisne con nosotros con lo que había robado. Adrián aprovechaba su necesidad por droga y le daba unos cuantos gramos por joyería en general.

En el banco doña Licha les había dejado una cuenta con la nada despeciable cantidad de 1 millon de pesos. La casa donde vivían, una finca ya vieja pero bastante grande estaba valuada en 4 millones. Por supuesto que toda la banda comenzó a frecuentar a Perla y sus hijas, por que además en apenas unos días todo el barrio se dio cuenta que estaban derrochando todo lo que tenían.

Con el millón de pesos que tenían en el banco compraron drogas y alcohol, tenían fiesta todos los días. Regalaban el dinero como si fueran papel periódico. Ahi nos tenían al Pitus, al Juan y a mí todas las noches. Cuando ya estaban bien tizadas les pedíamos dinero para ir por más pisto, las hacíamos sacar el billete grande y nos hacíamos pendejos. A los 5 minutos se les olvidaba y les volvíamos a pedir dinero para otra cosa. Eran las mujeres más bondadosas del barrio en ese momento.

Perla, la mamá un buen día despachó al José: "Sabes qué José, yo ya soy una mujer de la alta socieda', estoy forrada en billetes y voy a comenzar una nueva vida, ya no puedo estar contigo, ahi te van 12,000 pesos para que no digas que soy culera, además considéralo un pago para que ya no te me acerques". Con los ojos todos llorosos y con su tic de cocainómano le dijo: "Pero Perla, yo te amo, ademas..." Perla lo interrumpió: "no no no no, no me vengas con pendejadas, ya te dije que yo ya soy señorona y tu eres un pobre diablo José, te voy a dar otros 2,000 pesos para que no me estés chingando" Y le soltó los 14,000 pesos.

José era un drogadicto y ladrón, sí, pero hasta ese tipo de lacras tienen corazón y realmente quería mucho a Perla. Con los 14,000 pesos compró todo el alcohol que pudo, compró tachas, crack, mota, ácidos... se metió hasta el dedo de la depresión que sufrió porque Perla lo había abandonado. Sobra decir que murió de sobredosis.

El millón de pesos no duró más que 3 meses. Adrián se había hinchado de dinero vendiéndoles todo tipo de drogas. Entonces lo único que les quedaba era vender la casa. Su plan ganador era vender la finca, rápidamente comprar una más barata, mucho más barata y gastarse todo el dinero sobrante. Como la fiesta comenzaba a decaer se empezaron a deprimir por lo que mal barataron la casa en 2 millones y medio. Una ganga para el comprador.

En vez de comprar inmediatamente una nueva casa, prefirieron rentar un cuartucho todo feo por las cercanías del barrio. Como ya no podían hacer fiestas en su antigua casa, lo que hicieron fue comprarse una camioneta de esas gringas chocolate, las que les llaman Van. Ahora la fiesta era móvil. La camioneta andaba para arriba y para abajo por todo el barrio, siempre llena hasta la madre de gente y atiborrada de drogas. Dos o tres veces nos subimos a la fiesta móvil. Perla la hija apenas sabía manejar por lo que además aquello era adrenalina pura. Su hermana se llamaba Bertha, a diferencia de ella era gorda, dos años menor y tres veces más caliente. A Bertha le gustaba el Pitus, y al Pitus le gustaba el dinero de Bertha, nomás por eso se dejaba querer.

Aquella camioneta chocolate de vidrios polarizados fue toda una leyenda. El rugir de su motor forzado por tanta carga, los compartimentos llenos de pastillas y polvos, las hieleras que funcionaban también como asientos, el humo blanco, la luz negra, las risas, los billetes, la música a todo volumen... y aquel desagradable olor a sexo ocasional. "Bienvenido a la fiesta"

Capítulo 28

miércoles, 7 de mayo de 2008

Para entonces yo ya tenía el respeto de la banda del barrio 14 y de algunos otros barrios que estaban a los alrededores. Pero mi nombre no tenía el mismo peso que de Pitus, Juan y un emergente Diego que nos estaba ganando el jale a los tiradores.

El Diego no vivía en el 14, pero pudo entrar al bisne gracias a que su tío el Nene era de los más respetados del 14. No medía más de 1.70, era flaco y moreno. Su personalidad era muy seria, no le gustaba el cotorreo con la banda y pocas veces hacía una broma. Además no aguantaba para nada la carrilla, era muy rencoroso y siempre parecía encabronado. Era mayor que nosotros por 1 o 2 años y le encantaban las motocicletas.

El Adrián le empezó a dar buenos jales porque el cabrón era muy rápido y no se ponía a cotorrear con los clientes, cosas que de repente yo sí hacía porque era más social y me gustaba tratar bien al cliente, quien al final de cuentas era el que me sacaba la plática para ver si le hacía descuento, aunque de todos modos yo no les rebajaba ni un pinche peso. A 100 varos la camisa blanca. A 320 pesos si quieres escorpión.

Las primeras veces que el Diego llegaba al barrio para hacer bisnes con el Adrián, llegaba en una caravela 100, una motito chica de color azul metálico, ahorradora de gasolina pero que jalaba bien duro. No pasaron ni 4 meses cuando cambió por una moto con motor más grande. Era bueno para el bisne, era duro para cobrar. A cada rato se agarraba a chingadazos con algún cliente porque le decía que pasara mañana por el dinero, el Diego era de mecha corta y decía que no era ninguna puta para pasar cuando él quisiera. Al final de cuentas terminaban pagándole. Así fue como se ganó el aprecio del Adrián. Incluso por un momento creí que Diego terminaría quitando al Pitus de su puesto, pero yo estaba muy equivocado, Pitus ya estaba en otro nivel y cada vez se convertía más en el brazo derecho del Adrián.

- Que hay mi Adrián. Hace unos días que no me pasas jale.
- Mi Lover, lo que pasa que se te está durmiendo el gallo muy cabrón, me tardas mucho con las entregas.
- Ps de que hablas Adrián, si siempre hemos trabajado así.
- Deberías aprender de este nuevo muchacho... ¿cómo se llama?
- ¿Hablas del Diego?
- ¡Ándale! de ese mero, ese muchacho tiene madera.
- Eso sí, pero ahorita ando corto de feria Adrián, ya ves con eso de la enfermedad de mamá Juanita...

Como todos los días Adrián estaba contando su dinero y traía su puro en la boca, cuando le mencioné que necesitaba feria, dejó de contar, me volteó a ver pero sin cambiar la cabeza posición e hizo una mueca de sonrisa.

- ¿Cuánto necesita Lover?
- Nel Adrián, no quiero que me prestes la feria, quiero que me des jale.
- Ps ahorita está dificil porque ya le pasé los encargos al Diego... pero la próxima semana te voy a pasar unos buenos.
- ¿Seguro que no tienes nada para esta semana?
- De encargos estamos cubiertos, nomás quedan los esquineros.
- Es mucho cuete andar de esquinero, ahorita no me puedo arriesgar a que me trepen los cuicos.
- Por eso le digo mi Lover, de mientras le presto... ahi le van 1,000.
- Mejor luego me los prestas, deja checo que transa puedo hacer en el comité de la prepa. A ver si armo algún tokin y les tumbo una feria.
- Así no vas a llegar lejos Lover, no puedes hacer tokines cada semana y si te tuercen en la prepa te van a mandar a la chingada.
- Esos cabrones me hacen los mandados...
- Trucha Lover, y ahi le van los 1,000 pesos, total, si no los va a gastar ahorita guárdelos para después.

Le tomé el dinero. Luego en la prepa me conecté con unos compas para que tocaran por 3 cartones de chelas. Armé el tokin y les tumbé una feria. Suficiente para las próximas 2 semanas.

El Diego no me caía mal, algunas veces platiqué con él y no era mamila, nomás era muy serio. Aquí el problema es que me estaba quitando el jale y yo necesitaba el dinero.

Comencé un juego medio rudo que me estaba exponiendo demasiado, pero era la única salida de momento. De los encargos que después me dio el Adrián los comencé a rebajar con diazepan. El Adrián los rebajaba con aspirina molida, así que si yo le metía más aspirina esa madre no iba a poner loco ni a un pinche ratón. Pero con el diazepan se dormía la lengua y hacía pensar que la camisa conservaba la calidad. De 5 camisas yo sacaba 1. Cada camisa extra que yo producía me dejaba 100 pesos más. Los encargos por lo general los hacíamos de 7 camisas para arriba. Surtíamos de una sola nada más cuando el cliente era de confianza, no era intermediario o cuando la camisa era de escorpión. Lo malo que la escorpión no la podía rabajar con diazepan ni con ninguna otra chingadera, porque el cliente que la pedía era conocedor y no cualquiera la compraba, no me podía arriesgar.

Y así estuve sacando dinero extra por un tiempo, mientras que Adrián seguía dánd

Con el tiempo no sólo era el dinero nuestro problema grave, obviamente sin mencionar el cáncer. Lo que poco a poco mermaba la confianza y la ganas de seguir adelante era la misma quimioterapia. A mamá Juanita le tocaba ir cada 21 días, de esos 21 días 15 se los pasaba vomitando, apenas una semana de tranquilidad y de nuevo a la quimio... económicamente era estresante, moralmente era agotador.

Capítulo veintisiete.

martes, 29 de abril de 2008

- Pitus, háblale al Lover, que se venga como cuete.
...
- Lover, te manda a hablar el Adrián.
- ¿Y para qué?
- Sabe, nomás me dijo que como cuete.
- A ver, ps vamos.

Cuando llegué el Adrián estaba sentado de pierna cruzada, fumando un puro enorme, tenía la cara larga. Un foco colgaba desde el techo y quedaba justo en medio de la mesa donde él se encontraba, todo lo demás estaba oscuro, como siempre las ventanas tapadas con las cortinas rojas. El humo pintaba de blanco el ambiente negro. En ese momento pensé que la había cagado con algún encargo. Me dijo que me sentara.

- Lover, ¿luego porqué no me había dicho de sus problemas?.
- ¿De qué Adrián?
- Pues lo de su mamá Juanita, ¿porque no me había dicho?
- No ps...
- ¿Qué no somos del barrio?
- Sí ps sí.
- ¿No me tiene confianza o qué mi Lover?
- Cómo crees Adrián, si tú eres el picudo.
- No no no, no me ande con chingaderas, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. ¿Por qué anda nadando solo?
- No ps no quería molestarte Adrián. Nomás por eso.
- No me ofenda así mi Lover, ¿LUEGO PA' QUE ESTÁN LOS AMIGOS?
- ...
- Si me hubiera dicho desde el principio, otra cosa sería. Ahí anda el Pitus dándole unos cuantos pesos que no sirven pa' pura chingada.
- Sí me han servido un montón Adrián, al menos para comprar el taco. Pero ya le dije al Pitus que yo se los pago completos, a mi no me gusta eso de deberle a la gente.
- Por eso me cae re-bien Lover, por que usted es gente de fiar. Usted es ley. Pero a lo que iba mi Lover, el Pitus también necesita de esos centavos.... - interrumpí al Adrián.
- De eso no hay problema Adrián yo se los voy a pagar ....
- No te preocupes Lover, ya te dije que me los pagas cuando puedas, no hay piri - fue la primera vez que hablaba Pitus.
- A ver cabrones, no me interrumpan cuando estoy hablando - siguió Adrián - y tú Pitus no te hagas, yo ya vi que necesitas esos centavos para tu casa.
- No Adrián, ahorita no...
- ¿Qué te dije de interrumpir Pitus?... esta muchachada de hoy, de mal en peor con el respeto ... a ver pues, le estaba diciendo que yo ya vi que Pitus necesita ese dinero y tú Lover no hay manera de que se los pagues pronto, él te dice que no los necesita por que es noble, pero yo estoy aquí para ayudar a los dos. ¿Cuánto le has prestado Pitus?
- No ps... como 1,700 pesos.
- Me ha prestado 2,000
- Ya ves Lover, si te digo que Pitus es noble, ya hasta te había hecho un descuento -

En eso Adrián sacó su cartera llena de tanto dinero que apenas se podía doblar, la abrió y sacó unos billetes. Mientras sostenía el puro con los dientes, rápidamente pasó el dinero por sus manos y contó en la mente.

- Cuenta saldada Pitus, ahí está su dinero. Ustedes son buenos amigos, y no quiero que se vayan a pelear por pendejadas como el dinero. Para eso tienen que venir con gente como yo, que nos gusta ayudar al prójimo. De aquí en adelante cuando necesite dinero Lover, se viene para la casa y me dice cuánto necesita, yo se los voy a prestar. Ya que se cure su mamá Juanita me los va pagando como pueda.
- Nombre, tú si eres gente Adrian, muchas gracias... - Le dije yo, aunque no me agradaba del todo la idea. Entonces como leyendome la mente, el Adrián dijo:
- Es más Lover, a mi se me hace que como es usted de orgulloso no va a venir a pedirme dinero. Mejor le voy a dar cada semana una feria y usted la administra.
- Muchas gracias Adrián, en serio, de corazón, pero mejor cuando necesite te pido.
- ¿Me estás despreciando Lover?
- No no, como crees Adrián, lo que pasa que mejor...
- No seas así Lover, déjame te ayudo, que a mi también me cae re bien doña Juanita.

Me extendió la mano con un par de billetes mientras le daba unas fumadas a su puro y dejaba escapar el humo lentamente por su boca, creando una cortina blanca que suave acariciaba su rostro.

- Sale pues Adrián, de verdad que no sabes como te agradezco, y te voy a pagar hasta el último peso.
- Ya ve mi Lover, todos contentos...

Nos dijo que agarráramos lo que quisieramos. Era como el padrino bondadoso que daba tu domingo, sólo que a nosotros en vez de dinero, nos daba a escoger la droga que quisiéramos. El Pitus agarró unas tachas, yo agarré una linea, pero me la eché a la bolsa, no la quería para tizarme, la quería para venderla.

Nos salimos de la casa y cuando ya estabamos en la calle Pitus me dijo que de todos modos cuando necesitara feria, le dijera. Muchas gracias Pitus, mi hermano.

Capítulo 26

martes, 22 de abril de 2008

De lo que sufría mamá Juanita no era de pulmonía, pinches doctores del hospital civil, no valen madre. Ella estaba enferma de cáncer. En las cajetillas de los cigarros les gusta más decirle: Enfisema pulmonar.

El tormentoso camino del cáncer comenzaba en nuestras vidas. Ver como se marchitaba poco a poco sin que pudiera hacer nada, sin que la quimio le hiciera efecto y que pareciera que la jodía aún más, me destrozaba el alma. Las medicinas vaciaban nuestros bolsillos, la vida se hacía más cara.

En el Barrio 14 todos nos apoyaban, nos llevaban de comer cuando estábamos gran parte del día fuera por la terapia o por los estudios. Nos arropaban como una gran familia. De vez en vez una hermana de mamá Juanita llegaba a visitarnos, pero la pobre estaba más viejita y acabada, y fuera del apoyo moral, poco podía hacer para aliviar la situación.

El día que nos dieron la noticia pude ver como se rompía por dentro mi viejecita. Se limpió un par de lágrimas y dijo: "¿cómo crees mijo? si estos cabrones no saben nada, es nomás la pinche tos que con un jarabito se me quita". Durante un año o más los "jarabitos" no la habían curado, los exámenes eran bien claros. Y yo le dije: "no me crea tan tonto mamá Juanita, uste' nomás lo dice para que no me preocupe, pero lo que si le digo es que se va a curar. Se lo prometo." Aquellas palabras la hicieron un mar de lágrimas, y no tanto por lo feo de su enfermedad, más bien lloró por mí. " No te preocupes, a mi ese pinche cancer me hace los mandados".

Mi trabajo como tirador y su trabajo de sirvienta no nos daba el suficiente dinero para todo lo que había que gastar, hasta por un momento pensé en trabajar para Adrián y para la Maldita Vecindad al mismo tiempo, para tener más encargos y ganar más propinas. Pero eso sólo me hubiera metido en problemas con los dos y me hubiera quedado sin trabajo.

Pitus que sabía como estaba nuestro problema económico, intentó ayudarnos.
- Ahi le va mi Lover, para que se aliviane.
- Chale Pitus, me cae que si no tuviera necesidad ni te los tomaba, pero vas a ver que te los pago pronto, nomás deja que se cure mamá Juanita.
- Uste' no se agüite Lover, ahi luego me los paga.
- Ya verás que sí.

Pero aquellos pesos apenas nos servían para librar la semana. De todos modos Pitus me prestaba dinero cada que podía sin cobrarme o preguntarme que día le pagaba. Aquello se estaba volviendo insostenible.

Pero en el 14 siempre había manera de sacar dinero. Comencé a tirar más seguido y a la roba-venta de autopartes. Lo malo que así no se podía con la escuela. Y no es que me importara mucho realmente, pero a mamá Juanita le había prometido terminar la prepa. A pesar de su edad tenía muy buena memoria y siempre me pedía las calificaciones. No me exigía tener 10, lo único que me pedía era que no reprobara ninguna. A este ritmo no tardaría en reprobar el semestre, pues entre salidas al hospital, a las terapias y los negocios, no había tiempo para la escuela.

Un día mamá Juanita me dijo que ella se iba a ir sola a las terapias, que porque yo había faltado mucho a la escuela por estarla acompañando. Le dije que eso valia madre, que yo quería acompañarla. Con una tierna sonrisa me puso la mano la mano en la mejila y me dijo: "a ti te gusta la huevonada ¿verdad?, que nada más vas conmigo para faltar a la escuela... no te conociera, 'ora verás si repruebas ..." Y desde entonces regresé regularmente a la escuela.

Pasaron algunas semanas y poco a poco teníamos para una buena comida y otros gastos, a mí eso me parecío muy raro y le pregunté a mama Juanita que de dónde había salido el dinero. Me dijo que en su trabajo, al conocer la situación le habían aumentado el sueldo. Siempre he sido muy incrédulo con la gente, y un día que le tocaba la quincena me esperé a que dejara su monedero en alguna parte para después revisarlo. Sucedió que se fue a hacer la comida y yo aproveché para esculcar en su dinero. Además, siempre que iba a la terapia le daban nauseas y vomitaba como por 15 días, y ya tenía tiempo que no vomitaba. Aquello eran puras mentiras, en su monedero había la misma cantidad de dinero que siempre, no hubo ningún aumento de sueldo.

¿Por qué me habría mentido? ¿De dónde saca el dinero? El dinero no lo sacaba de ninguna otra parte, lo que pasaba es que ya no compraba las medicinas ni iba a todas las terapias. La descubrí un día que la seguí, y en vez de irse al hospital se había ido a trabajar a donde diario, porque si faltaba le rebajaban el día. Me enojé mucho. Le dije que no me mintiera y que tenía que ir a sus terapias o no se iba a curar. Se puso bien seria y luego me dijo que volvería al hospital como debe ser. Amenacé con que si ella no iba al hospital yo no iba a la escuela. Sonrió y me dijo que era un trato, pero que tendríamos que amarrarnos las tripas, porque no habría mucho que comer.

"A mi qué me importa comer si usted se muere, a mi que me importa..."

Capítulo veinticinco

Antes que nada, pido una disculpa al amable lector por no haber escrito antes. Los siguientes son capítulos duros que dudé en contar y seguir con esto. No es fácil lo que sigue porque duele y tampoco es fácil por mi seguridad. Pido desde ahora una disculpa porque sólo voy a escribir de cosas que ya han sido juzgadas. Saludos Marina, gracias por las correcciones y por la recomendación, es esta una buena terapia. Exactamente hoy son ya 16 años del capítulo 0.
- Lover.


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Cada día se la traga mi corazón. Dime tú por qué te trato yo tan bien. Cuando tú me hablas como un cabrón.


- Soy adicta a tí.
- ¿Y qué quieres que te responda?
- ¿No lo entiendes? Es que te amo.
- Lo nuestro no es más que carne.

La conocí cuando ella apenas tenía 15 años. No, no la toqué. Quise, pero no lo hice. Vivía en Jardines, colonia famosa por la calidad de mujeres que daba para la ciudad. Les gustaba el desmadre. Amiga de una amiga.

Yo sabía que había que trabajarla desde pequeña, sembrar para cosechar de la misma manera que la hierba. A las dos hay que verlas madurar. Esto está comenzando. Durante un par de años platicaba con ella, la sacaba a pasear y hacía todo lo necesario para que notara que no pretendía sólo una amistad. Por qué si te ven como amigo las cosas se echan a perder. Que no te cuenten sus secretos, que no te cuenten sus tristezas ni sus alegrías. Que no sea tu hombro su paño de lágrimas. Hablar de tonterías. Y si ella comete la nefastés de platicarte de su novio, tu derecho y obligación es no escucharla y además exponer tus armas, hacerla notar lo poco que te interesa que esté apartada y lo mucho que pretendes no sólo joderla a ella sino lo tanto que te excita mancillar la honra de su novio. Ser transparente te transporta ileso.

- Lover, pero mi novio...
- Espero que esta vez estés madura.
- Esperame Lover es que...

Y luego no pudo resistirlo, a sus 17 años su cuerpo tibio y húmedo se entregó al mío. Durante aquel acto de placeres meramente carnales me mencionó lo mucho que me quería y que había esperado por mí. Que estaba dispuesta a dejarlo todo, que yo era lo único que le interesaba. Si la besé, fue sólo para no escucharla.

Me hubiera gustado ver su expresión al despertar sin mi al lado. Tenía negocios que hacer desde muy temprano. En el buró de su lado le dejé un par de monedas para que se regresara en autobús a su casa. Ante todo era yo un caballero que no permitiría que se regresara caminando.

El imbécil de su novio intentó la venganza, obviamente encontrando sólo una derrota más. Ella dijo que la usé, que todos los hombres eran iguales.Y desde entonces se acuesta con el mejor postor argumentando que ahora es ella quien usa a los hombres. Eras bonita, no cabe duda que para la cosecha siempre he tenido buen ojo.

Capítulo 24

jueves, 3 de abril de 2008

Ya habían pasado algunos meses y mamá Juanita no mejoraba de esa pinche tos, le habían diagnosticado pulmonía y estaba tomando muchos medicamentos, parecía que algunos días mejoraba pero volvía a recaer. El doctor decía que era porque dejaba de tomar las medicinas.Le dije a mamá Juanita que siguiera con el tratamiento o las cosas se podían poner graves, que no se me fuera a ir tan pronto. Ella era fuerte y no lloró, solo dijo que ninguna pulmonía la iba a chingar.

Durante este tiempo la época de la secundaria había terminado, hice trámites y entré a la primera a la prepa. Jamás en la historia de las preparatorias (hasta entonces) alguien de primer semestre se había postulado como presidente de la prepa. Me dijeron que estaba loco, que no iba a ganar, que no fuera pendejo porque los del comité era cabrones y me iban a madrear nomás por el gusto de hacerlo. Alentado por la banda de la secu que había entrado a la misma prepa y también por el Pitus y el Juan, me aventé a la campaña.

Lo primero era prometer cosas que nadie iba a cumplir, básicamente ahí te entrenas para ser un buen político. Prometí que ibamos a rebajar el costo de los camiones, a huevo, eso siempre jala gente. También les dije que tendríamos más puentes, que los días festivos que cayeran entre semana los íbamos a mandar a lunes o viernes para que haya más tiempo para el cotorreo. Prometí que si ganábamos, mi comité no iba a ponerse mamón y le haríamos el paro a los que tuvieran broncas con algún maestro. Aquel fue un buen comienzo y comencé a jalar mucha banda.

Tenía dos contrincantes, uno se llamaba Toño, hijo de algún grillero porque el wey también sabía mover gente. El otro era el Lalo, un wey que le caía bien a mucha gente pero que no se le veía temple para los típicos balazos y las corretizas que son típicas de las elecciones de la prepa, y de hecho nomás llegó a la mitad de su campaña porque el Toño le dijo que mejor se saliera de la polaca si no quería tener pedos, el mismo discurso con el que fue conmigo, aunque más bien acá vino muy crecido porque aparte yo era de primer semestre. Me dijo que los mecos como yo no podían entrarle a la grilla tan rápido, que no sabía como se movían las aguas ahí y que venía recién desempacado de la secun. Pues a ver que pasa, le contesté al Toño, quien se rió y me dijo "tu sabrás".

La polaca comenzó a mover intereses en toda la prepa, obviamente los de quinto semestre estaban del lado del Toño, pero toda la banda de primer semestre me apoyaba a mi, y viéndolo de esa manera yo le llevaba una ventaja porque éramos muchos más. Los que estaban en medio se inclinaban por el Toño lo que hacía que las votaciones estuvieran bien parejas, era un pinche volado, a mi contrincante le empezó a sudar porque no la veía tan fácil como creía.

Volantes, conciertillos de bandas que yo conocía y chescos que les compraba con lo que ganaba de tirador era mi estrategia y funcionaba muy bien. El Toño sacaba dinero de lo que el otro comité se robaba y lo que su jefe le daba. Fue precisamente después de un concierto que armé en la explanada de la prepa cuando me tupieron 5 cabrones. El tokin ya se había terminado y yo jalé por la calle de atrás con el Pitus y el Juan cuando llegaron con manoplas, botellas y naranjas. "Lover, el Toño quiere hablar contigo". "Ps que le caiga, aquí lo esperamos". "No seas pendejo Lover, es tranqui el bisne". "Es lo que yo digo mi Pipas, que le caiga aquí mero". "Yo te la dije por las buenas Lover." Pues ni tanto cabrón, que yo sepa las manoplas son para madrear no para platicar". A los 5 minutos llegó el Toño. "Así te la pongo Lover, te respeto cabrón, pero mejor ahi muere, la polaca y la grilla se la tienes que dejar para los caimanes, tu apenas eres ratón. Ya salgo este año, tú te quedas con el comité para el próximo." "¿Qué paso mi Toño?, pues mejor vamos viendo quien gana ¿o te pandeas?" . "Mire hijo de su puta madre, no me hable así, se la estoy diciendo por las buenas". "No sabes con quien te metes". " ¿Qué? pinche mocoso mierda... pues demuéstrame con quien me meto". "Mejor bájale de huevos carnalito, que nosotros no jugamos a ver quien le parte la madre al otro". Esto último lo dijo el Pitus acercándosele de pechito al Toño y tocándole al hombro con el dedo. "Pues ahorita me demuestran con quién nos metimos pinches mocosos". Y nos tundieron sabroso. Primero nos aventaron las naranjas verdes que pegan re-sabroso en la espalda. En lo que nos cubrimos de las naranjas se nos avalanzaron y nos reventaron las botellas en la cabeza. De las manoplas ya ni cuento. Nos pusieron la chinga de nuestras vidas. Yo apenas podía abrir el ojo derecho, lo traía de boxeador. Sin contar el hocico reventado y la descalabrada. El Pitus no se podía parar porque quedó mareado de tanto chingadazo. El Juan que era el más toro traía abierta la ceja y le alcanzaron a dar un llegue en el abdomen con la botella rota. "Ni verga, no le hablen a la ambulancia, pintante para el barrio Lover, que se traigan la troca y nos llevamos al Juan, de todos modos no está profunda".

Mamá Juanita me puso una buena regañada, me dijo que diario andaba de broncudo y que ademas era menso porque diario llegaba madreado. Le dije que estaba vez no había sido mi culpa, que habían sido los de la otra planilla. Me dijo que no tenía necesidad de andarme involucrando en la politica, que al fin y al cabo eran todos unos rateros.

Al día siguiente bien temprano llegué con la flota. "Mi Toño, vénga tantito para acá que quiero arreglar bisnes con usted". El Toño, con una sonrisa de oreja a oreja me dijo: "Se me hace que ahora si ya entendiste lo que te decía ¿qué, me vas a decir que ya renuncias a la planilla?". "Usted venga tantito, con todos los de su planilla". Al principio eran 15 los que venían detrás de mí, nos fuimos para la esquina de la cuadra y en eso salieron los de la banda. Nomás eran cuatro, pero ¡qué cuatro!. Los más placosos del barrio. De los 15 que venían con Toño, nomás se quedaron sus cinco achichincles. "Vengo a hacer campaña de convencimiento mi Toño, porque usted ya hizo la suya". "No esperate esperate, vamos hablando...". "¿Querías ver con quien te metes? putito, pues ahora te vamos a decir con quien te metiste". Le dijo el Pitus con toda la cara hinchada de la madriza de la noche anterior. Le dimos bien duro. Yo había dejado un tubo tirado en la calle porque con ese mero le quería dar. Aquello no fue una pelea, fue una putiza.

El Toño se había desmayado. Yo pegué carrera para la escuela y me metí al salón. En la mochila traía otra camisa por si me manchaba de sangre. Todos me vieron agitado y se me quedaron viendo, creyeron que otra vez me habían correteado. Unos 15 minutos después se empezó a escuchar el golpeteo de un tubo sobre las paredes de cada salón y también sobre el barandal del pasillo. Como cuando los presos hacen sonar sus tazas sobre los barrotes de la celda. El sonido se escuchaba cada vez mas cerca, los alumnos de cada salón por donde se escuchaba el golpe se asomaban por las ventanas y el murmullo de toda la gente que presenciaba aquella escena envolvia el pasillo. Entonces el sonido se escuchó afuera de nuestro salón y todos se asomaron por la ventana. Una mujer gritó. "¡Es el Toño!".

Y efectivamente era el Toño, pero inconsciente y siendo arrastrado por Pitus a través del pasillo quien a su vez traía un tubo en la mano con el que iba golpeando la pared de cada salón. Un pequeño camino de sangre se pintaba en el mosaico del pasillo, ese mismo camino terminó justo en el baño de mujeres, ahí lo había aventado el Pitus.

El resultado de aquello fue excepcional. Me convertí en el presidente más joven de la prepa, nadie me pudo inculpar porque fue Pitus quien entró arrastrando a Toño, y Pitus no estudiaba ahí. Vendrían buenos tiempos y también vendrían tiempos peores.