Ya habían pasado algunos meses y mamá Juanita no mejoraba de esa pinche tos, le habían diagnosticado pulmonía y estaba tomando muchos medicamentos, parecía que algunos días mejoraba pero volvía a recaer. El doctor decía que era porque dejaba de tomar las medicinas.Le dije a mamá Juanita que siguiera con el tratamiento o las cosas se podían poner graves, que no se me fuera a ir tan pronto. Ella era fuerte y no lloró, solo dijo que ninguna pulmonía la iba a chingar.
Durante este tiempo la época de la secundaria había terminado, hice trámites y entré a la primera a la prepa. Jamás en la historia de las preparatorias (hasta entonces) alguien de primer semestre se había postulado como presidente de la prepa. Me dijeron que estaba loco, que no iba a ganar, que no fuera pendejo porque los del comité era cabrones y me iban a madrear nomás por el gusto de hacerlo. Alentado por la banda de la secu que había entrado a la misma prepa y también por el Pitus y el Juan, me aventé a la campaña.
Lo primero era prometer cosas que nadie iba a cumplir, básicamente ahí te entrenas para ser un buen político. Prometí que ibamos a rebajar el costo de los camiones, a huevo, eso siempre jala gente. También les dije que tendríamos más puentes, que los días festivos que cayeran entre semana los íbamos a mandar a lunes o viernes para que haya más tiempo para el cotorreo. Prometí que si ganábamos, mi comité no iba a ponerse mamón y le haríamos el paro a los que tuvieran broncas con algún maestro. Aquel fue un buen comienzo y comencé a jalar mucha banda.
Tenía dos contrincantes, uno se llamaba Toño, hijo de algún grillero porque el wey también sabía mover gente. El otro era el Lalo, un wey que le caía bien a mucha gente pero que no se le veía temple para los típicos balazos y las corretizas que son típicas de las elecciones de la prepa, y de hecho nomás llegó a la mitad de su campaña porque el Toño le dijo que mejor se saliera de la polaca si no quería tener pedos, el mismo discurso con el que fue conmigo, aunque más bien acá vino muy crecido porque aparte yo era de primer semestre. Me dijo que los mecos como yo no podían entrarle a la grilla tan rápido, que no sabía como se movían las aguas ahí y que venía recién desempacado de la secun. Pues a ver que pasa, le contesté al Toño, quien se rió y me dijo "tu sabrás".
La polaca comenzó a mover intereses en toda la prepa, obviamente los de quinto semestre estaban del lado del Toño, pero toda la banda de primer semestre me apoyaba a mi, y viéndolo de esa manera yo le llevaba una ventaja porque éramos muchos más. Los que estaban en medio se inclinaban por el Toño lo que hacía que las votaciones estuvieran bien parejas, era un pinche volado, a mi contrincante le empezó a sudar porque no la veía tan fácil como creía.
Volantes, conciertillos de bandas que yo conocía y chescos que les compraba con lo que ganaba de tirador era mi estrategia y funcionaba muy bien. El Toño sacaba dinero de lo que el otro comité se robaba y lo que su jefe le daba. Fue precisamente después de un concierto que armé en la explanada de la prepa cuando me tupieron 5 cabrones. El tokin ya se había terminado y yo jalé por la calle de atrás con el Pitus y el Juan cuando llegaron con manoplas, botellas y naranjas. "Lover, el Toño quiere hablar contigo". "Ps que le caiga, aquí lo esperamos". "No seas pendejo Lover, es tranqui el bisne". "Es lo que yo digo mi Pipas, que le caiga aquí mero". "Yo te la dije por las buenas Lover." Pues ni tanto cabrón, que yo sepa las manoplas son para madrear no para platicar". A los 5 minutos llegó el Toño. "Así te la pongo Lover, te respeto cabrón, pero mejor ahi muere, la polaca y la grilla se la tienes que dejar para los caimanes, tu apenas eres ratón. Ya salgo este año, tú te quedas con el comité para el próximo." "¿Qué paso mi Toño?, pues mejor vamos viendo quien gana ¿o te pandeas?" . "Mire hijo de su puta madre, no me hable así, se la estoy diciendo por las buenas". "No sabes con quien te metes". " ¿Qué? pinche mocoso mierda... pues demuéstrame con quien me meto". "Mejor bájale de huevos carnalito, que nosotros no jugamos a ver quien le parte la madre al otro". Esto último lo dijo el Pitus acercándosele de pechito al Toño y tocándole al hombro con el dedo. "Pues ahorita me demuestran con quién nos metimos pinches mocosos". Y nos tundieron sabroso. Primero nos aventaron las naranjas verdes que pegan re-sabroso en la espalda. En lo que nos cubrimos de las naranjas se nos avalanzaron y nos reventaron las botellas en la cabeza. De las manoplas ya ni cuento. Nos pusieron la chinga de nuestras vidas. Yo apenas podía abrir el ojo derecho, lo traía de boxeador. Sin contar el hocico reventado y la descalabrada. El Pitus no se podía parar porque quedó mareado de tanto chingadazo. El Juan que era el más toro traía abierta la ceja y le alcanzaron a dar un llegue en el abdomen con la botella rota. "Ni verga, no le hablen a la ambulancia, pintante para el barrio Lover, que se traigan la troca y nos llevamos al Juan, de todos modos no está profunda".
Mamá Juanita me puso una buena regañada, me dijo que diario andaba de broncudo y que ademas era menso porque diario llegaba madreado. Le dije que estaba vez no había sido mi culpa, que habían sido los de la otra planilla. Me dijo que no tenía necesidad de andarme involucrando en la politica, que al fin y al cabo eran todos unos rateros.
Al día siguiente bien temprano llegué con la flota. "Mi Toño, vénga tantito para acá que quiero arreglar bisnes con usted". El Toño, con una sonrisa de oreja a oreja me dijo: "Se me hace que ahora si ya entendiste lo que te decía ¿qué, me vas a decir que ya renuncias a la planilla?". "Usted venga tantito, con todos los de su planilla". Al principio eran 15 los que venían detrás de mí, nos fuimos para la esquina de la cuadra y en eso salieron los de la banda. Nomás eran cuatro, pero ¡qué cuatro!. Los más placosos del barrio. De los 15 que venían con Toño, nomás se quedaron sus cinco achichincles. "Vengo a hacer campaña de convencimiento mi Toño, porque usted ya hizo la suya". "No esperate esperate, vamos hablando...". "¿Querías ver con quien te metes? putito, pues ahora te vamos a decir con quien te metiste". Le dijo el Pitus con toda la cara hinchada de la madriza de la noche anterior. Le dimos bien duro. Yo había dejado un tubo tirado en la calle porque con ese mero le quería dar. Aquello no fue una pelea, fue una putiza.
El Toño se había desmayado. Yo pegué carrera para la escuela y me metí al salón. En la mochila traía otra camisa por si me manchaba de sangre. Todos me vieron agitado y se me quedaron viendo, creyeron que otra vez me habían correteado. Unos 15 minutos después se empezó a escuchar el golpeteo de un tubo sobre las paredes de cada salón y también sobre el barandal del pasillo. Como cuando los presos hacen sonar sus tazas sobre los barrotes de la celda. El sonido se escuchaba cada vez mas cerca, los alumnos de cada salón por donde se escuchaba el golpe se asomaban por las ventanas y el murmullo de toda la gente que presenciaba aquella escena envolvia el pasillo. Entonces el sonido se escuchó afuera de nuestro salón y todos se asomaron por la ventana. Una mujer gritó. "¡Es el Toño!".
Y efectivamente era el Toño, pero inconsciente y siendo arrastrado por Pitus a través del pasillo quien a su vez traía un tubo en la mano con el que iba golpeando la pared de cada salón. Un pequeño camino de sangre se pintaba en el mosaico del pasillo, ese mismo camino terminó justo en el baño de mujeres, ahí lo había aventado el Pitus.
El resultado de aquello fue excepcional. Me convertí en el presidente más joven de la prepa, nadie me pudo inculpar porque fue Pitus quien entró arrastrando a Toño, y Pitus no estudiaba ahí. Vendrían buenos tiempos y también vendrían tiempos peores.
Capítulo 24
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Capítulo veintitres.
Durante años yo había sido sólo tirador, a mi nunca me había gustado el bisne del asalto. Si a caso alguna vez robé autopartes. Pitus y Juan habían empezado desde los 12 años en eso del asalto a mano armada, con 15 años sobre los hombros ya llevaban 3 años de experiencia. El miedo ya formaba parte del pasado, el asalto era su modo de vida. Pitus se había convertido en la mano derecha del Adrián, era listo, era atrevido y lo más importante: era noble, era de fiar. Juan a su vez se había convertido en el martillo del Adrián y del Pitus. Con apenas 16 años, Juan era un cabrón despiadado. Más que por dinero, lo hacía por placer, él era feliz, pues hacía lo que le gustaba y además le pagaban muy bien por ello. La corpulencia que comenzaba a desarrollar Juan además le ofrecía una ventaja sobre todos los demás morros que estaban en el negocio. Juan le era más fiel a Pitus que al Adrián, pues lo respetaba y veía en Pitus la inteligencia que a él mismo le faltaba. Eran apenas unos mocosos, pero juntos ya eran temidos por muchos barrios. Todo el Barrio 14 les era fiel, La Maldita y Cabañas 13 los respetaban, Jarpis les temían y Jardines les hacía reverencia.
Las cosas para mí nunca fueron fáciles. Eso sí, yo era de los mejores tiradores del Barrio 14, sobre todo porque yo no vestía placoso y aunque no soy de piel blanca estaba menos moreno que cualquiera del barrio y "como te ven te tratan", así que yo no levantaba sospecha entre los azules. Sin embargo yo no tenía mucha experiencia con la fusca, me había limitado a peleas callejeras en las que también ya cargaba con experiencia sin ser el mejor, tampoco era tan atrevido como Pitus, no era inteligente para el asalto y no tenía la fuerza física de Juan. Pero yo era noble, de fiar.
Muchas veces Adrián me había ofrecido jale para ir a tronar a otros tiradores que estaban poniendo en peligro la fuerza del Barrio 14, algunos padrotes que querían trabajar sin pagar la fianza al Adrián, algunos traidores que se habían cambiado de barrio; pero yo nunca acepté. Matar personas no era lo mío, pensaba que era la cosa más desagradable y que los problemas bien se pueden resolver con una buena madriza. Un tubazo en la rodilla, un brazo quebrado, un filerazo en el ojo. Pero no matando.
Mamá Juanita llevaba ya mucho tiempo con tos, por cierto muy fea, le decíamos "tos de perro" y nos la curábamos. Le decía que si seguía con esa tos ibamos a terminar comprando croquetas en vez de frijoles, ella se reía de la broma. En la noche yo le preparaba un remedio casero de miel con limón y como que se le calmaba la pinche tos. "Con unos tres días que se tome este remedio va a ver que se va a curar". "Gracias hijo... yo me la tomo... y usted ¿ya hizo la tarea?". "Oh mamá Juanita, si le digo que usted no me deja de tiznar con la tarea ni porque se enferma, ahorita la hago". "Mira nomás muchacho, si te tengo que estar arreando como las vacas porque luego llegas con puras reprobadas". "Ni un extra me va a quedar". "Mas le vale, que si no me lo friego ¿eh?". "Ya no haga corajes y tómese el remedio porque luego no se alivia". Me iba a mi habitación, hacía mi tarea y me iba a dormir.
Al otro día después de salir de la escuela, llegué a la casa y comí con mamá Juanita que parecía estar mejor. Después me salí y fui a donde estaban Pitus y Juan. Los saludé y Juan me mostró su nueva adquisición: un revolver calibre 45, con el cañón cromado y cacha de cuarzo o alguna pinche piedra blanca.
"Mira Lover, para matar perros, está rebonita ¿o qué?". "A huevo Juan,¿y esa ladronde la sacaste?". "Que pasó, que pasó, ¿como que ladronde?, se la compré al Diego". "¿Al sobrino?". "A ese mero, buenos jales me voy a aventar con este juguetito, ¿no le quieres tirar?" "Pos' a ver, vamos tirándole a la carcaza esa de la maquinita".
La pistola jalaba muy bien, con cada tiro el brazo se me iba para atrás de la fuerza del disparo. Boquetones dejaba en la carcaza, un buen tiro de esos y perdías el brazo o la pierna. Luego Pitus sacó una escopeta. "Mira Lover, esta recortada jalaba rebonito, un tiro de estos y queda pura pedacera." "¿De maquinita?". " Pura pedacera de maquinita o de cabrón, jajaja, pero fíjate que se me chingó la culata, hazme el paro ¿no? vamos con el carpintero para que le haga una nueva". "Pa' luego es tarde Pitus, te acompaño".
El carpintero no quedaba tan lejos del 14, estaba como a 10 cuadras, sólo que estaba en territorio Jarpis. La escopeta estaba recortada, por lo que cabía en una mochila de las que traen los futbolistas para su ropa. No nos encontramos con ningún Jarpi, así que dejamos la escopeta con el carpintero y dijo que regresáramos en 2 días por ella.
A los 2 días fuimos a recoger la escopeta, había quedado muy bien, una culata muy bien trabajada, le dimos la feria y nos regresamos para el cantón. A Pitus se le había olvidado la mochila, por lo que tuvo que ponerse la escopeta en la espalda debajo de la playera, y aparte se puso una sudadera. Estando como a 3 cuadras para llegar, de repente un par de cabrones comenzaron a correr para con nosotros. No les dimos mayor importancia, creímos que simplemente eran un par de cabrones que traían prisa, que se les iba el camión. Nos alcanzaron y sin decir "agua va" nos aferraron contra la pared. Los dos sacaron filero. "Túmbense hijos de su pinche madre". En ese momento nos habían agarrado desprevenidos, no sabíamos como reaccionar por los fileros que habían sacado. "No traigo dinero carnal". "No se hagan pendejos, a ver tu, ese reloj, dámelo". El Pitus traía un reloj medio fresón que previamente le había robado a otra persona, un cabrón le agarró la mano y rápidamente le empezó a desabrochar el reloj para quitárselo. Entonces el Pitus reaccionó, se metió la mano como para sacar la cartera pero lo que sacó fue la escopeta. "¿Túmbense quién hijos de su pinche madre?" El par de cabrones se pusieron pálidos, tiraron los fileros y se pusieron a correr mientras Pitus hacía como que disparaba, ya cuando iban como a una cuadra un pendejo se tropezó y el otro al pensar que se había tirado al suelo a propósito para que no lo alcanzara el disparo de la escopeta, también se tiró al piso.
Pitus y yo nos cagábamos de la risa, se escondió la escopeta otra vez y pegamos carrera para el 14. Esos cabrones nos habían seguido desde Jarpis, o al menos eso creíamos. También fueron muy pendejos en seguirnos hasta el 14. Lo siguiente sería investigar si eran de Jarpis, y si así era, entonces habría guerra de barrios.
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Capítulo 22
No'mbre mi Lover, debería venirse un día a la pizca de elote, asamos unos y vas a ver que tiernitos salen. Ya mero es mi santo, pa' que le caiga al fiestón, voy a matar un puerquito para hacerlo carnitas. Si te vienes un sábado te consigo una morrita para que duermas calientito, chamaquilla, pero hace rebuenos jales. No, no te preocupes, aquí no hay barrios todavía, de repente salen unos cabrones desmadrosos pero no la arman. Si hombre, te digo que hace buenos jales. Ps la conocí porque el José la trajó para que hiciera la limpieza, ya era un pinche cochinero, 'overás que hasta el chiquero de los puercos estaba más limpio que la casa. Tiene 15. No'mbre, no raja, si le doy su buena propina, aunque dejame te cuento que la chamaquita hace el trabajo por puro gusto eh', porque dice que de que me la coja yo a que se la coja su papá, ps que yo le doy menos asco. No, por el ruco ni te preocupes, de repente le quiere salir lo narco pero para una pinche mata que tiene en su patio... jajaja. 'Ira, a partir del próximo mes se va a venir a vivir a la casa para que la conozcas. Pos' dice que ya se quiere salir de su casa, y yo quiero ayudarla, es buena persona la chamaquita pero anda con mucho pendejo que la va a terminar matando, y aquí conmigo no le falta techo ni comida ni palo. De que me la coja yo a que se la anden cojiendo los pinchis marihuanos esos, ¿o no?. Y tiene unas amigas que... ¡para que te cuento!. ¿Entonces qué? ¿Si te vienes para el próximo sábado? . ¡Oh pues!, te digo que sí está buena, es más mi Lover, no me haga el desaire, le voy a traer unas cinco, para que escoja y coja, qué se me hace que esas morritas le van a terminar enseñando al famoso Lover como se hacen los buenos jales.Sí, sí les gusta la yerba, si son bien pinches mariguanas las cabronas chamacas, le entran más duro que uno, jajaja. Sí a huevo, asamos unos elotes y otros los cocemos; los preparamos con limoncito, sal y chilito. Vas a ver que tiernitos, vas a ver que tiernitas, vas a ver que piernitas.
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Capítulo veintiuno
- Los de medra van a estar aquí a la vuelta, si nos tupen le pegan carrera aquí a la otra cuadra. Arre Lover, llégales.
- A ti mero estábamos buscando pinche mocoso y mientras nos entreteníamos con tu noviecita, la muy puta no me quiere dar un beso, pero ahorita la convenzo.
- Chingas a tu perra madre Edgar, tú y todos tus gatos, déjenla en paz o les rompo so madre.
- Jajajajaja, ¿nos rompes la madre? Aparte de pendejo olvidadizo, que si apenas ayer te metimos tu putiza. Es más, si todavía estas hinchadito.
- Ya oíste a tu noviecita, ahorita nos da las nalgas para que tú te vayas.
-¡Chinga tu madre!
- ¡Pero que feo nombre te pusieron tus papis! Yo creo que no te querían ¿eh? Porque eso de ponerle “chingatumadre” a su hijo…
- No te hagas el chistoso pinche mocoso.
- Mocoso mocoso, pero voltea a ver a tus compas- en eso el Pitus hizo una pausa y observó el campo de batalla lentamente, luego cambió todo el semblante de su rostro y con furia le gritó a la cara - ¡Valen verga!
- No ps es que tu compa también se pasa de verga – ya con la cola entre las patas.
- No no no no, no me estas entendiendo pendejo – Le dio unas cachetaditas de esas que enchilan – venimos a que le bajes de huevos. No venimos a platicar ni a ver si te interesa bajarle de huevos. Venimos a que le bajes de huevos. Bueno, pues Mucho gusto señor “chingatumadre” que pase buen día. – y lo aventó contra la pared.
- Te guachamos aquí a la vuelta Lover.
- Sale Pitus, nomás dejo trato unas cosas aquí con el compañero.
- ¿Pero que te pasa carnal, si ya muere el pedo, nosotros siempre nos juntamos ahí?
- Para empezar, no soy tu carnal, no seas igualado hijo de puta madre. Y me vale mil vergas si tu madre te parió en esa pinche esquina y los perros te criaron en esa calle. También me vale madre si miaste esa calle para marcar tu territorio, lo que te estoy diciendo es que no te quiero volver ahí ¿ok? No te estoy escuchando pendejo ¿OK?
- Ta’ bien pues, si eso es lo que quieres oir.
- Bueno, el que avisa no es traidor. Cuando pase Elizabeth no quiero que ni la voltees a ver, haz como que no existe, si me llega a decir que tú o alguno de estos idiotas le dice algo, tu vas a ser el que pague los platos rotos. Si pasa un pinche albañil en su bicicleta y le chifla a Eli, tu vas a tener la culpa; si un pinche perro aprende a hablar y le dice chingaderas a Eli tu vas a tener la culpa; si baja San Pedro y molesta a Eli, tu vas a tener la culpa y si vienen los pinches extraterrestres se tiran un pedo y molesta a Eli tu vas a tener la puta perra culpa ¿OK?
- Ta’ bueno pues. Ahí muere.
Acompañé a Elizabeth a su casa y estaba bañada en lágrimas, dijo que se había asustado mucho, que no lo volviera a hacer. Incluso hasta se molestó, dijo que no era necesario todo aquel despliegue de violencia, que hablando se entiende la gente. Estuvo muy seria toda esa semana, dijo que jamás se imaginó que yo fuera tan violento ni que me juntara con ese tipo de personas tan salvajes.
Luego se le pasó el coraje, y las cosas en la secun siguieron como habían venido siendo. Con un Lover detrás de Elizabeth, con un Lover que por miedo a su rechazo, conquistaba los corazones de las otras morrillas de la escuela.
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Capítulo 20
Le dije que la acompañaba a su casa, al principio no estaba muy segura pero como no podía decirme que no, terminó aceptando.
- Jajaja perdón **** siempre es por mi culpa.
- No, yo creo que le caigo gordo.
- Toriz es bien buena gente, a mi siempre me pone 10
- Buena gente… bah! Es un pinche viejo rabo verde, eso es lo que es.
- Nada señora, ya ve, lo ven a uno chavo y se inflan.
- Si quieres te acompaño a tu casa, no te vayan a seguir.
- No señora, no se preocupe, que al cabo vivo aquí a la vueltita. Gracias.
- No mijo, en serio, te acompaño.
- No en serio, gracias.
- Jugando futbol ya ve, que me quité a dos defensas y me entraron duro por ardillas.
- En el futbol… no se haga tonto ¿con quien se peleó?
- Nombre, como cree mamá Juanita, si le dijo que me entraron re-fuerte.
- ¡Ay! Mijito, ¡y el uniforme! Mira nomás si lo traes hecho jirones, si ya le he dicho hijo que no se ande metiendo en problemas, esas amistades con el Pitus y con el Juan no dejan nada bueno. ¿Nomás lo malo es lo que se pega veda’ ?
- Nombre, si le digo que fue en el fucho.
- Quítese la camisa para lavarla y ponerle unos remiendos. Se me va a comer y luego compra unos parches en la mercería de Rosita para pegárselos al pantalón. Y se me pone a hacer la tarea porque nomás anda de vago.
- Ta’ bueno mamá Juanita, ahorita voy.
- Unos pinches jotos que se sintieron muy bravos.
- Ps si que lo eran eh, jajaja, si nomás ve te dejaron como pinche franela.
- Nombre Pitus, pero es que eran como 5 o más.
- Ps que no se pasen de verga mi Lover, dígame dónde para ubicarlos.
- Nel loco, así déjalo yo me les voy a pegar el tiro.
- No seas pendejo Lover, esta bueno que te les quiera pegar un trence pero de a solos ya viste como te fue, ¿o qué? ¿no les tiene confianza a los del barrio?
- Como crees Pitus, el 14 rifa.
- Ps deja junto a la banda, ¿cuántos eran?
- Como 5
- ¿Y ya traías trence con ellos desde antes?
- Simón
- Entonces los putos van a estar esperando revancha. Deja le digo al Pípi y su primo, el Gera siempre esta puestazo, Juan, tú y yo. Le voy a decir a los de medra que hagan esquina por si son más los otros.
- Ps ya estufas Pitus, mañana a las dos, al rato te digo por donde.
- Arra loco, y ya sabe, para eso están los carnales.
- Ya estuvo ese.
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Capítulo diecinueve
-Ningún “ya valió madre” les vamos a ganar… y por goliza. Sentenció el Pitus.
- A huevo, nos la pelan los pinches chilangos. Dijjo el Juan.
- A huevo manito, les vamos a meter una pitiza.
Llegó el arbitro con su comitiva de asistentes, llamó a Pitus y a Javis.
- Balón.
- Órale pues, calienten, en 15 minutos empieza el partido.
Aquellos fueron los 15 minutos más pinches largos. Nos había tocado la portería sur para el primer tiempo. Nos iba a tupir todo el partido con las porras que se habían puesto detrás de las porterías.
Justo cuando la turba iba a impactar contra nosotros, el equipo de Tepito se metió a defendernos. Nos tocaron dos o tres chingadazos en lo que se calmaba el pedo, al Mario me lo desmayaron de un putazo.
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Capítulo 18
Éramos vagos para el fútbol. Pitus era el delantero que taladraba las defensas, Juan era el defensa que no dejaba que ni polvo pasara, yo armaba el juego, "Loversinho" decía mi playera en la parte de atrás.
Nuestro uniforme no era profesional, lo que hicimos fue agarrar cada quien una playera blanca totalmente limpia de imágenes y con un plumón permanente le pusimos el número y el nombre en la espalda. "Loversinho 28", "Juan 13", "Pitus 10". El Mario era el carrilero estrella, defendía, atacaba y centraba, era el más cabrón del equipo, el 7 se marcaba en su espalda. El "Pulpo" en la portería, era un apodo reciclado de un portero de la primera división mexicana. El número 1 demostraba que había quien parara las bolas. Alex acompañaba a Pitus en la delantera, jugaba como para equipo grande. De hecho alguna vez le ofrecieron mostrarse en el Atlas, pero prefirió estudiar.
El torneo donde participábamos estaba organizado entre los barrios más bajos de muchas ciudades del país. Lo organizaban los "chulos" y las apuestas se cotizaban en varios miles de pesos. Nuestro equipo portaba orgulloso el nombre del barrio: "Barrio 14". Adrián decía que era nuestro patrocinador y entrenador, pero la verdad es que ni nos daba dinero y de futbol sabía un pito, por lo que sólo le decíamos que sí a todo, pero no hacíamos nada de lo que mandaba. Entonces el futbol era para verdaderos cabrones, no como ahora que son una bola de nenas. El verdadero Rey de los Deportes, y que no me vengan los yanquis con su beisbol, tan horrible y aburrido.
Al más puro estilo de Maradona, algunos se metían una línea antes de cada partido. No eramos el único equipo en la liga que lo hacía, no por nada le llamaban la "Liga del Diablo".
Los árbitros no tenían que formar parte de ningún barrio, por lo que eran contratados por fuera. La "Liga del Diablo" ya tenía mucho tiempo realizándose, por lo que la nada buena fama había hecho que encontrar árbitro fuera un calvario, pocos le entraban a pitar en la Liga. Se tuvo que hacer un pacto entre barrios para que los árbitros fueran intocables, y más o menos se cumplió con la promesa.
La cancha era por lo general en alguna unidad deportiva de la colonia. Por la nuestra había dos, la "Cancha de Tierra" que era casa del "Barrio 14" y la "Cuatro Canchas", que era para los "Cabañas 13". Jugábamos los Domingos, y a veces los Viernes por la noche. Gracias a que había fería de los chulos, teníamos faros chingones para iluminar el juego.
Durante 20 fechas habíamos movido bien la bola, desbaratado defensas y nos habíamos agarrado a chingadazos al menos 15 veces. Estábamos en segundo lugar en la tabla general y cotizábamos bien las apuestas. A la delantera le pagaban por gol, a la defensa por cada partido a cero y a la media no nos daban ni madres, aunque no es por presumir, pero éramos los que dábamos el juego. Si estábamos mal en la media, nos metían goles y no había balones para que la delantera metiera. Pero la verdad, es que nunca nos pasó eso.
Describir cada uno de los partidos que jugamos sería muy tedioso, por lo que iré al partido que de verdad importa: la gran Final.
La Final de "La Liga del Diablo" sólo podía tener una cede: Tepito. El equipo del barrio de Tepito había estado en el primer lugar de la tabla desde la fecha 1 hasta la 20. Entraban duro a la pelota como los italianos, tenían a dos armadores que la movían cual brasileños, la delantera taladraba como los ingleses y más que todo eso tenían al jugador número 12 en su equipo: a su afición.
En el corazón de Tepito se erige imponente un pequeño estadio al cual los tepiteños le llaman "El Maracaná". No estoy seguro de cuánta gente le quepa, pero sin duda era el más grande en el que habíamos jugado, pero no lo suficiente como para albergar a toda la afición de Tepito. Las gradas se desmoraban, estaban manchadas de sangre de añejas peleas, de refresco ya seco, de capas y capas de mugre. La cancha estaba circundada por una reja de alambre de unos dos metros, estaba maltratada, caída y chueca en varios puntos. Las porterías eran una obra de arte por si solas. Los marcos eran de madera, estaban pintados de blanco sin embargo apenas se notaba pues estaban rayadas con plumones de todos colores, con mensajes para el equipo contrario, con placas, grafiti, crews. La red de la portería estaba roida, avisaba que los cañoneros de tepito tiraban fuerte. El pasto sintético de la cancha ya no existía en su mayoría, más bien eran plastas de color negro, y sólo en algunas esquinas se lograba ver algo de color verde. Las rayas blancas que delimitaban la cancha parecían haber sido pintadas hace 30 años.
El partido empezaba a las 5 de la tarde. Llegamos al DF a las 7 de la mañana, pues viajamos de noche en autobús. Estábamos en la gran Capital. Imponente, enorme, sucia, contaminada. El ardor de los ojos comenzaba dos horas después de bajarnos del autobús. Pasamos la mayor parte del día en un parque de la ciudad, compramos tortas de tamal para desayunar y un atole. Aquello parecía engrudo en la garganta, pero había que probarlas. Por la tarde compramos quesadillas sin queso, porque allá hay que pedir las quesadillas con queso, más bien eran tacos, pero los chilangos se empecinan en llamarles "quesadillas".
Faltando una hora para el partido nos dirijimos al Maracaná. Ahí fue cuando sentimos el rigor de Tepito. Tuvimos que ser escoltados por los gatos de los chulos que organizaban la liga, porque para el simple hecho de llegar al Maracaná teníamos que cruzar medio barrio de Tepito. Mientras ibamos a través de la gente, nos gritaban chingaderas, nuestras madres fueron y vinieron no sé cuantas veces, nos dieron jalones de greñas y muchos nos tiraron patadas a las espinillas. Algunos de nostoros nos tomamos la precaución de ponerlos las espinilleras desde antes, otros como Mario se la aventaron así, por lo que llegó todo amoratado y justo antes del partido.
Despues de un rato tuvimos de frente el estadio, pero no podíamos contemplarlo más que el tiempo en que llegábamos a la puerta sur. Al fin llegamos y nos metimos por una pasillo muy oscuro y que mostraba la salida directa a la cancha, que en ese momento era el lugar más seguro. Trotando como los soldados, atravesamos el pasillo oscuro y pusimos nuestros pies dentro del Maracaná. Imponente y ruinoso a la vez, transmitía la rabía de los tepiteños, podías oler el odio hacia el equipo rival. Todos nos quedamos asombrados con aquel escenario. En el equipo nadia hablaba, hasta respirar era incómodo. Al lado de nuestra portería ya nos esperaba un reducido grupo de aficionados que nos recibieron con los más pintorescos insultos. Golpeaban la malla de manera furiosa y el estruendo del metal nos anunciaba que aquello no sería ni mucho menos un partido amistoso.
El Maracaná se comenzó a llenar rápidamente, los cánticos, los insultos, el metal, el movimiento mismo del inmueble entraban en una ritmo melódico que se lanzaba justo a nuestro caracter.
...Ya valió madre. Dijo Mario.
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