Tengo la teoría de que hay personas que nacen para ser enemigos. No hay motivos, no hay razones, sólo enemigos y ya.
Todo empezó porque nos topamos en la misma fiesta. Me gustaba ir un poco mejor vestido que de costumbre por el simple hecho de que me gustaba bailar con muchas, amar a unas pocas y acostarme con una.
Entré a la fiesta y eché un ojo para checar el ambiente. Me senté en una silla y pedí una cerveza. Bien fría. Casi al lado de mí estaba Ever en otra mesa, con un par de matones y unas viejas. Una de ellas me volteó a ver, pero sinceramente no me llamaba la atención por lo que la ignoré. Luego Ever se dio cuenta de yo estaba ahí. Jamás en la vida nos habíamos visto pero mi teoría se comprobó. Él inclinó su silla un poco hacia conmigo puso su mano en mi nuca y me jaló suavemente como para decirme un secreto: “¿Te crees muy guapito verdad? te me vas a la chingada ahorita mismo o te reviento tu madre, no te quiero ver por aquí putito”
Quizá si su frase hubiera terminado en “… por aquí” no me hubiera molestado e incluso quizá le hubiera hecho caso y me hubiera ido. Pero me dijo “putito” y si había algo en la vida que me encabronara es que me dijeran “putito”, así en diminutivo. Le devolví el secreto: “me la pelas”
Ya en voz alta, Ever dijo: “quieres que te la parta en frente de todos o nos salimos.” “Aquí el único que va a dar show eres tú cabroncito” le contesté.
Cuando se paró me di cuenta que me sacaba un buen pedazo y estaba mamado. Por cuerpo fácil me partía la cara. Pero yo no estaba tan madreado y tampoco le tenía miedo “entre más grandotes más fuerte caen” me decía a mi mismo. Nos salimos y con nosotros una comitiva de chismosos. No voy a entrar en detalles, porque me puso una revolcada y mi chamarrita de cuero quedó como botas de ranchero: toda raspada.
Llegué al 14 y de volada me metí al cantón, no quería que la banda me viera todo madreado, pero de alguna manera Rito me alcanzó a ver. Tocó a la puerta y me hice el dormido. “No le hagas al pendejo Lover, te vi llegar” Le abrí la puerta. “Pásale Rito” Se quedó parado en la puerta y me preguntó: “¿y luego?” “¿y luego que?” “pues quien te puso esa madriza?” “Un pendejo” “pues ni tanto que mira cómo te puso, ¿sabes dónde trabaja o dónde vive?” “Sí mi Rito, pero me la partió legal” “Ya sé que te la partió legal Lover, mañana te guacho, hoy andas muy madreado”.
Al día siguiente Rito llegó por la tarde “¿A dónde lo vamos a ir a buscar, a la casa o al trabajo?” me dijo el Rito “A ninguno Rito, fue legal, me la partió duro”. Se quedó mirándome unos segundos y me dijo: “¿Sabes lo que te estás jugando Lover? El respeto Lover, el respeto… vamos a ir a donde está ese cabrón y le vas a partir la madre” y de repente ese coraje que mostraba Rito me llenó de orgullo. Me levanté y nos fuimos derecho a la plaza, ahí lo íbamos a topar.
En medio de toda la gente comenzó la bronca. Nos dimos duro. Za, za, un puñetazo por aquí, una patada por allá. Intercambiamos buenos golpes, aquello era una buena muestra de boxeo callejero...pero me la volvió a partir. Nomás faltó que Rito aventara la toalla. Si la humillación en la fiesta había sido grande, en medio de la plaza de mi propio barrio había sido el infiernillo. "Se la partió al Lover" escuchaba que murmuraba la raza. "Tsss le pegó sabroso"
Llegamos al 14 caminando, yo con una bolsa con hielo en la cara y el todavía el Rito me dijo: “mañana vas a ir a buscarlo otra vez y le vas a partir la madre” Yo me paré y me le quedé viendo “Oye Rito, ¿pos' de que se trata?¿ya estuvo bueno no? Ya van dos, el pelado está más grandote y trincado…” “Y ¿eso qué?” “Pues como tú no eres al que le parten la madre…” le contesté indignado. “Mi Lover… nomás es cosa de que le bailes, también se pelea con los pies, no nomás con los puños" eso fue lo último que dijo y se salió de la casa. No iba enojado, más bien iba confiado en mí.
Para entonces el barrio ya sabía del pedo, ese día Adrián se acercó, más en tono de chingar que de ayudar: “Ya me la supe mi Lover, que van dos a cero. Póngale atención al Rito… ahí como lo ves, Rito es cabrón” Si Adrián decía eso era porque Rito era chaparrito, delgadito y apenas uno se podría imaginar que era bueno para el trompo, como he dicho antes. “Te has ganado el respeto Lover, pero ese se pierde más fácil que una puta enamorada, ponte trucha, que el pasado nomás vale con el presente”
Y regresé al tercer día. Lo topé donde mismo, en la plaza. “¿Pero no aprendes cabrón? Ahí vienes otra vez por tu dosis” Dijo el Ever ya muy alzado y presumiendo en voz alta. “Así es como se pelea en el 14 Ever” le dije “¿Como pendejo?” me contestó. Y sin preámbulo para que empezara la pelea le solté un buen chingadazo en el hocico. El monstruo apenas se movió con el golpe, se puso en guardia y me tiró uno, yo comencé a moverme de un lado a otro, nunca me detuve en ningún lugar. Mis golpes no le hacían mucho, pero poco a poco lo fui mareando. “Deja de moverte maricón, pelea como los hombres” “Una cosa es como los hombres, y otra como pendejo” Y así fui dándole, poco a poco porque de un golpe seco no le hacia nada, pero él de un golpe si me tiraba. Ya con todo el hocico sangrado se me dejó ir como un toro. Justo cuando me iba a embestir di un paso para atrás y le di un puñetazo en la sien. Eso lo desequilibró, de volada le pegué un izquierdazo en la cara y con eso se fue al suelo. Ya tirado era otra cosa… como gato de espaldas. Le tiré una patada a las costillas, me alcanzó a agarrar del pie, pero como lo había sofocado me alcancé a zafar. Luego me le fui encima y a puro trompón en la cara. Uno, dos, uno, dos, uno, dos hasta que se molieran los puños. Ya no estaba en mis cincos sentidos, uno, dos; uno, dos; y la cara del Ever nomás se deformaba como de plastilina. Uno, dos; uno, dos hasta que alguien, no se quién, me quitó de encima. “Así se pelea en el 14 hijo de tu puta madre”
La piel de los nudillos la tenía desecha, entre los dedos tenía sangre y me temblaban los brazos… pero el respeto… ese ni quien me lo quitara.
Cuando llegué al 14 Rito ya me estaba esperando con un cartón de cervezas bien heladas. “Nomás era cosa de que le bailaras, ¿a poco no?”. Yo, que apenas si podía sostener la cerveza sonreí, le dije al Rito "eres cabrón" y le di un buen trago. El dulce sabor de la cebada apenas es superada por el de la victoria.
Capítulo 48
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Capítulo cuarenta y siete
- Pitus, carnal, dice el Adrián que hay que ir a cobrarle a los de Jarpis. Hazme esquina, ya sabes que a los de Jarpis les gusta hacerla de pedo por todo, y montonean.
- Pa' luego es tarde Lover, vámonos.
Quedamos de ver al Dario en la gasolinera, le dijimos que llevara el dinero y las cosas iban a ser fáciles. Pero a la gente le gusta la forma difícil.
Lo estuvimos esperando durante varios minutos y nunca llegó, así que tuvimos que ir a buscarlo a su casa. Yo creo que quería que lo fueramos a buscar precisamente a su casa. Llegamos, tocamos la puerta y nadie salió, tocamos más fuerte y yo vi que alguien se asomó por la ventana, al parecer era la hermana del Dario. Total, se hizo mucho del rogar pero por fin avisó que salía.
Nosotros nos regresamos para el carro, ya era mucho estarlo esperando todavía de pie, prendimos el estéreo y platicamos cualquier pendejada. Un rato después baja el Dario y se acerca a mi puerta, con un movimiento ágil se lleva la mano atrás, saca un cuete y me lo pone en la pierna.
- Miren hijos de su puta madre no quiero que anden viniendo a mi casa a cobrar unos pinches pesos...
- Unos pinches pesos que no tienes Dario
- Cállate cabrón que te suelto un plomazo, lárguense que no les voy a pagar ni madres.
Yo no me asusté para nada, Pitus menos, nos volteamos a ver con cara de "a estos pendejos siempre les gusta la manera difícil", suspiré para aguantarme el coraje y lo volteé a ver a los ojos.
- Dario, no seas baboso y guarda tu pistolita... no te vayas a meter en problemas
- Cállate o te vuelo el pito pendejo.
- Guardalo te dije
- A mi no me des órdenes.
- ¡Oh que la chingada pues!
Abrí las piernas rápidamente mientras con un movimiento agarré el cañon de la pistola para mantenerlo en el mismo lugar, de esta manera la pistola ahora apuntaba hacia el asiento, si disparaba el agujero quedaba en el carro, no en mi pierna, luego Pitus se bajó, Darío trató de arrebatarme la pistola, no pudo y decidió hacerle frente a Pitus. No era rival para él, ni mucho menos, Pitus lo abarató de volada. Lo trepamos al carro.
- Dario, no mames cabrón, es que ¡no mames! no había por que ser pendejo
- Cállate puto, nomás porque venía el Pitus que si no te hubiera volado el pito, cabrón, ¡el pito!
- Pinche perro, a los perros se les trata como lo que son. Encuérate.
- ¿Qué? pinches jotos...
- Encuérate y yo si le jalo al gatillo.
El Darió se encueró, en una ferretería compramos una cinta para ductos y un pedazo de cuerda, le enrollamos las manos con la cinta, para que parecieran patas de perro y lo amarramos a un poste cerca de donde se juntaba su gente.
- Ladra
- No, no mamen wey...
- Ladra
- Ya wey, ya estuvo, si les voy a pagar...
- ¡Que ladres hijo de tu perra madre! - le grité mientras lo azotaba en la espalda con un pedazo de cable que traía suelto en el carro.
- ¡Ay! no mames cabron, no mames...
- Los perros no hacen ¡ay! pendejo - y le solté otro chicotazo.
- ¡Wey! ¡ya! les voy a pagar, es más... vamos ahorita por la feria y... ¡ay! ¡ay!
- Que los perros no hacen ¡ay!, ya te dije...
- Lover, ya me cansé, dale un tiro y ya - dijo Pitus.
- No wey, por favor, Pitus, aguanta... saca la feria de..
- ¿De tu cartera? pinche miserable nomás traías 300 pesos, y ya lo hice - dijo Pitus.
- ¿Le vas a hacer como perro o le hago caso al Pitus?
- No wey.... ¡ay!.... ya pues ¡ay!, ¡ahhh! ya, ya ¡ay! ya no me pegues... gu... gua... ¡guau! ya, ya ladré cabrón, ya.
- Muchas veces, ladra como el perro que eres.
- No pero... ¡ay! ya... pues... ¡guau! ¡guau! ¡guau!
- Más
- ¡guau!¡guau!
- Más o menos, te vas a tener que quedar a practicar tu ladrido hasta que me convenza.
Lo amarré bien del poste al cuello, debido a que las manos las tenía llenas de cinta no podía desamarrarse, le di unos latigazos en las nalgas pelonas y lo dejamos ahí encuerado ladrando como perro. Como el perro que era.
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Capítulo 46
La seguí viendo, pero ya no en el Parián. La segunda vez que la vi fue porque la fui a buscar a su casa. Me abrió su hija, como que yo no le agradé en ese instante pues fue a buscar a su madre con no muy buenos modales.
La invité a salir, pero ella no podía porque no tenía con quien dejar a sus hijos. Le dije que nos los lleváramos por una nieve. Ella aceptó con gusto.
Y así nos vimos otras tantas veces, a veces con los niños y a veces sin ellos. Trabajaba medio turno y obtenía dinero cada mes de la pensión de su difunto esposo. No era la gran cosa pero no tenían necesidades.
Aquello era muy extraño, no sé porqué le dije mi verdadero nombre, pues aunque mucha gente lo sabía sólo a mamá Juanita (qepd) y Elizabeth les permitía que me dijeran así. Ahora a ella también… y a los niños que comenzaban a tomarme cariño.
Me contó del tipo que la había dejado sola en el Parián, me dijo que lo había conocido en el trabajo. Le pregunté en dónde trabajaba. Fui un día y ubiqué al tipo y me fijé que carro manejaba. Fui al segundo día y lo esperé en su carro. Le pegué sabroso, y el tipo como costalito de box, ni las manos metía. Me pidió perdón y le dije la frase como de película que tanto me gusta: “perdón nomás se le pide a Dios, a mi pídeme caridad y a ella pídele disculpas”. Se creía muy guapito, nomás por eso le tumbé tres dientes. Ella se enojó conmigo… o hizo como que se enojó porque por dentro le había gustado.
Uno de los días que habíamos podido salir solos y que íbamos regreso a su casa, ella me dijo “da vuelta a aquí”. No pensé en nada, tan sólo obedecí las órdenes.
Seguí manejando con las instrucciones que me daba hasta que por fin llegamos hasta el motel que habíamos pasado el primer día que la conocí, cuando la habían dejado sola en el Parián. Dijo que nos metiéramos. Y yo ¿qué otra cosa podía hacer más que obedecer órdenes?
Entonces comprendí porque ella era tan joven y tenía dos hijos. Se movía como diosa. El cabrón de su difundo marido no podía tener tanta suerte, por eso se murió pronto. Ella sabía que era lo que querías, cómo lo querías y durante cuánto tiempo. Duramos alrededor de una hora y media pero más por méritos de ella que por los míos. No sé que fue lo que hizo para que la cosa durara por tanto tiempo. Jamás me había sucedido algo tan grandioso. Con otras mujeres hice el experimento de comer lo mismo que aquel día, para ver si duraba lo mismo. Llegué al extremo de hacer exactamente lo mismo, levantarme a la misma hora, comer a la misma hora, la misma comida e incluso llevarlas al mismo motel. Jamás logré algo parecido.
Cuando terminamos después de esa larga jornada, busqué un cigarro en su bolso, pero no traía, por lo que me quedé mirando como un tonto hacia el techo. Ella recostada en mi pecho y los dos en silencio. Hasta que todo se derrumbó. Me dijo que me amaba, que no había encontrado a alguien como yo. Que daría todo por mí.
Me asusté, así fueron las cosas: me llené miedo. La llevé a su casa, le dije que iba por unos cigarros, que volvería. No lo hice, me fui para el 14 y no regresé. Pero al menos yo si la había dejado en su casa. Al menos yo, sí pagué la cuenta.
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Capítulo cuarenta y cinco
Mamá Juanita siempre había sido muy religiosa. No había domingo que faltara a misa de 7. Si yo iba era por estar con ella, por el respeto que le tenía pero jamás a escuchar el sermón de alguien tan pecador como yo.
El padre Alejandro tenía bastantes años en la parroquia y por eso mamá Juanita lo conocía muy bien. Se quedaban harto rato platicando de la comunidad. A veces ella le ayudaba en los arreglos de semana santa o alguna otra festividad. El padre, por su parte, nos estimaba, me preguntaba de la escuela y me decía que entrara al seminario. Dios me libre.
La misa por el funeral de mamá Juanita fue la última vez que me paré en el templo, y después poquísimas veces vi al padre Alejandro, puras casualidades.
Un día el Adrián me habló para llevar un encargo: "pícale Lover, lléva a esta chamaca a tal dirección". Yo me le quedé viendo, la chamaca no parecía ser mayor, por eso me le acerqué al Adrián y le dije en voz baja "¿que pasó Adrián? ¿no que no manejabámos MP? (por aquello de Ministerio Público)" "Mira Lover, no tengo por que darte explicaciones, nomás que hoy ando de buenas... este es un encarguito especial, así que deja de hacerle al huevón y llévala"
La trepé a la bici y fui a la dirección del papelito. No estaba muy retirado, de volada llegamos al domicilio, aquella era una casa grande, no muy suntuosa pero grande. Creí que era de algún politiquillo, algún riquillo aburrido de la esposa.
Toqué un par de veces, hasta que por fin alguien se acercó a la puerta. Desde dentro preguntaron "¿Quién es?" a lo que respondí "Vengo con su encargo, de parte del Adrián". Se abrió la puerta de golpe, como quien está emocionado por recibir un regalo, la regordeta figura salió a la calle y nos quedamos viendo unos segundos sin decir palabra por la sorpresa.
El cliente era el padre Alejandro. Vestido con una camisa azul y un pantalón negro de todos modos tenía la finta de sacerdote. Los nervios y la sorpresa provocaron que el padre soltara una risilla, puso sus manos sobre la chava y la pasó delicadamente a su casa mientras las perlas de sudor brotaban de su frente, no sé si por los nervios de estarme viendo o por las ganas que le traía a la chamaca.
"Qué milagro Lover ¿todavía te dicen así no? No sabía que trabajabas para el Adrián" me dijo en un tono como de reclamo, según él para agarrar el sartén por el mango, para recordarme a mamá Juanita. "Sí, todavía me dicen así padre Alejandro... no sabía que usted era cliente del Adrián" le contesté haciéndo énfasis en "padre" y demostrándole que el que lo tenía por los huevos era yo. "Ya ves Lover, chamaco, no lo tomes a mal, estás chavo y a lo mejor no alcanzas a comprender este tipo de cosas... esta vida no es fácil y es mejor pagar por pecar que hacerlo así nomás ¿no crees?" Me dijo a manera de disculpa barata. "Si usted dice... paso al rato padre, nomás no me la despeine mucho" "Cuídate hijo, te vas a llevar buena propina" Se despidió levantando la mano y pude notar un ligero temblor. No eran nervios lo que traía el viejo.
Regresé en una hora, pero se tardó todavía media hora más. Por fin salió todo agitado y sudando como el cerdo que era.
"Trabajan muy buen material eh Lover" me dijo mientras pellizcaba la mejilla de la chava quien se estaba arreglando la ropa por las prisas. "Pa' cuando guste padre, ahí estamos a la orden" Luego se acercó y me djo al oído "Ahi te van unos buenos centavos Lover, las chamacas que manejan... ¿saben guardar secretos?" "No se preocupe, ellas saben como funciona este jale" "Bien, muy bien... un último favor Lover, ya sabes que a los feligreses no les gustan los escándalos y pues..." "Yo tampoco voy a decir nada padre, es la primera regla del bisne" "Muchas gracias y que Dios te bendiga". Cuando nos íbamos le dio una nalgada a la muchacha. No recuerdo haber visto en otro cliente un gesto de esos.
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Capítulo 44
No recuerdo si ya he contado antes de Rito. De cualquier manera Rito merece ser recordado cada que se tenga la oportunidad.
Él era de un estado vecino, tenía familia aquí en el Barrio 14 porque su hermano se había venido a trabajar para acá desde muy chico. Rito era una leyenda, era de la misma generación del Adrián, sólo que él trabajaba la mayor parte del tiempo en su pueblo, nomás por eso el Adrián había llegado alto, porque el que movía todo el bisne era él. Por eso cada que Rito se venía para pasar un tiempo en el barrio, traía un hervidero por todos lados.
Si no lo conocías dificilmente te imaginabas que ese pedazo de hombrecito fuera capaz de armar tanto desmadre. Yo creo que apenas llegaba a medir 1.60 m, no pesaba más de 60 kilos, morenito, usaba un bigote bonachón y era siempre muy amable.
Yo lo conocí chavo, cuando todavía vivía mamá Juanita que en paz descance, y por alguna extraña razón desde el principio le caí bien, quizá le di lástima. Nunca le escuché decirle a alguien más los consejos que a mi me daba: "Mi Lover, usted no le vaya a entrar a esas chingaderas de la mota, si alguno de estos cabrones le ofrece me dice, para ir a ponerle una chinga", "Que pasó chamaco, ¿ya se puso a estudiar?, primero el estudio y luego el bisne", o cuando me decía: "Lover, te traje unos elotes, están bien tiernitos, los corté allá en el rancho". Eso era bien diferente, a los otros chavos nomás les decía "muchachos pendejos, en vez de fumarse la mercancía vayan a venderla.. ¡órale huevones! a hacer varo" Quizá por eso mismo yo no lo respetaba como todos los demás, yo no sabía hasta donde era capaz de llegar... ni me lo hubiera imaginado, yo nomás pensaba que era un don a toda madre.
La primera vez que me puse a pensar de verdad en el respeto que le tenían ya estaba yo algo grande y claro, bien metido en el bisne.
Resulta que cerca de la vecindad, sobre la misma calle, habían llegado unos nuevos vecinos. De seguro los cabrones no sabían a donde habían llegado y mucho menos conocían a la banda y a los que había que guardarles respeto, por lo que el hijo mayor de esa familia llegaba todas las noches fanfarroneando en su carro, con el sonido a todo volumen. Típico farol de barrio, que ya por salir quemando llanta en un carro con rines, sonido y usando lentes creen que son los pachucos del lugar, los chichos. Llevaban apenas un mes, y ya nos caían gordos, pero como relativamente no se metían con nadie, tampoco nosotros lo hacíamos.
Cierta noche que iba yo llegando a la vecindad, deje el carro mal estacinado pues me había detenido a platicar un rato con la banda que estaba ahí afuera. Rito estaba como a unos 10 metros cortejando a una de las gordas pirujas, a él le encantaba jugar a que las cortejaba, además que como dije, era siempre muy amable.
En eso llegó el tipo este con el sonidazo y al ver que no alcanzaba a pasar porque mi carro le estorbaba comenzó a hacer rugir su motor, no sono el claxon, no hizo señales con las luces, el señor pachuco comenzó a hacer rugir su motor mientras se medio asomaba por la ventana volteándome a ver. Yo ni me molesté en decirle nada, simplemente me subí al coche y lo moví para que alcanzara a pasar, justo cuando tuvo el espacio mínimo suficiente para hacerlo el tipo quemó llanta y salió disparado hasta frenar escandalosamente frente a su casa, apenas unos metros adelante de la vecindad.
Rito vio toda la acción, luego Pitus me dijo: "no te hubieras quitado para que se le quitara al hijo de la chingada... a la próxima lo reventamos", y yo le contesté "ese cabrón no vale nada Pitus, ya se dará el momento para demostrarle con quien se mete".
Entonces Rito sin voltear a ver a nadie murmura "hijo de la chingada" y con paso firme se acerca a la ventanilla del tipo este mientras le dice "a ver hermano, espérame tantito". Que Rito se moviera fue suficiente para que todos los que estabamos en la calle no hicieramos otra cosa más que estar atentos a la situación.
Cuando por fin llega hasta el auto, una vez que el tipo había abierto el portón de la cochera para meter su carro y regresado al mismo, Rito le dice "Amigo, no andes circulando tan rápido por esta calle, hay niños jugando y puedes provocar un accidente" a lo que el tipo responde "yo circulo como se me de la pinche gana". Rito era de mecha corta por lo que se prendió después de esa frase "A ver hijo de tu pinche madre, vamos poniendo las cosas bien en claro: primero le bajas a tu pinche ruido", "mire ruco, es mi carro y yo le trepo lo que se me antoje", parecía que de un momento a otro Rito iba a explotar y mientras todos esperábamos los madrazos al estilo de las buenas películas de acción dónde sacan al insolente del carro a través de la ventana, Rito se le quedó viendo unos segundos, por un pequeño instante bajó la mirada como para encontrar las palabras adecuadas y lo vio directo a los ojos: "Mira, se me hace que no nos hemos entendido..." el pendejo lo interrumpió "mire ruco, usted no sabe quien soy yo..." y Rito lo interrumpió también agarrándolo del cuello de la playera y jalándolo violéntamente para con él "ni tú tampoco sabes quien soy yo cabroncito, entonces estamos parejos pero no somos iguales...lo que te estoy diciendo es que vas a apagar tu ruido, te vas a dar en reversa hasta la esquina y desde allá te vas a venir muy despacio, vas a guardar tu carrito y sin hacer un pinche ruidito, escúchame bien cabrón que ya se me secó la boca, sin hacer un pinche ruidito te vas a meter a tu casa y te vas a dormir." Esa última mirada de Rito era poderosa, convincente, pesada, temible. En la vida he visto esa mirada otra vez. Luego dijo: "¿OK?" hubo un pequeño silencio y repitió fuerte "¿OK?", el pendejo del carro respondió afirmativamente con la cabeza, Rito dio un paso hacia en medio de dos coches estacionados y el tipo puso en reversa su carro y siguió al pie de la letra las instrucciones de Rito. La escena era por demás graciosa, el bato todo temeroso en su carro como a 10 km por hora en medio de toda la banda. Si nadie se burló del tipo fue porque todos estábamos más atentos a la pequeña humanidad de aquel gran cabrón, Rito, que del pendejo del coche.
Luego Rito se me acercó y todavía algo enojado me dio una palmada en el hombro y me dijo: "Respeto Lover, respeto... hay que enseñarle a esos cabrones como son las cosas en el Barrio 14"
Partió rumbo a la vecindad, algo le dijo a la piruja gorda y se escucharon sus risas, se metieron al departamento. Era hora de ganarse el respeto de aquella mujersota.
Publicado por Lover en 22:02 5 comentarios
Capítulo cuarenta y tres
Antes que nada debo pedirle una disculpa a los amables lectores. Creo que merecen una explicación. Hace tiempo alguien que se topó con este blog se ofreció a publicarlo a través de cierta editorial. Para empezar con el trato era ya no publicar nada a través de este blog, luego entre que las cosas tenían que ser corregidas, algunas historias cambiadas y otras cosas borradas pues no estuve de acuerdo. No puedo dejar de contar cosas sólo para proteger a unos cuantos o porque no les gusta como es la verdad. Así que después de que se ha deshecho el trato, he decidido publicar todo el contenido por este blog.
Gracias
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El Parián es algo especial, es la cantina más grande de México y está llena de historias, tantas que necesitaríamos contarlas aparte, pero no cabe duda que es una parte importante de mi show.
El Parián está formado por muchas cantinas y bares que comparten un patio central, es uno de los lugares más famosos de estos lugares y para pistear ahí se necesita de mucho varo, no cualquiera se puede dar ese lujo.
Los meseros y cantineros son hermanos todos, no importa que unos trabajen para una cantina y otros para la competencia. Ellos forman una gran familia y siempre están al pendiente los unos de los otros. Es una gran fortaleza, pocos se atreven a molestar a un mesero y los ingenuos que lo llegan a hacer apenas si salen en pie cuando tienen suerte. Después de la pelea llegan una o dos patrullas que ya saben como estuvo el bisne y nomás se hace el teatro de siempre, simples formalidades para llevarse al revoltoso en la patrulla o en la ambulancia.
Muchos de los meseros son mis amigos y de repente en vacaciones me daban trabajo, o a veces hasta los fines de semana había chance de entrarle, cuando no tenía nada que hacer.
Se sorprenderían al ver la gran cantidad de mujeres que son dejadas en el Parián. Casi siempre son engañadas por algún pobre diablo que se las quiere dar de Satanás, las llevan al lugar y después de que ya tomaron lo suficiente dicen que van al baño y se pelan. El lugar les ayuda bastante para la huída, porque como dije, Todas las cantinas comparten un patio central, entonces sólo es cosa de atravesarlo para salir por algún otro establecimiento.
Pasan los minutos, una hora, hora y media y las pobres viejas ya no saben ni que hacer. Para entonces los meseros ya la ubicaron y no la van a dejar ir. Lo único que les queda es pagar toda la cuenta si es que traen dinero, y si no traen pues le tienen que hablar a algún amigo para que les preste dinero. En caso de que no tengan ni dinero ni amigo pues supondrán ustedes la forma de pago. ¿A quien le hacen el favor? Pues al que esté dispuesto a pagar la cuenta de la dama. Casi siempre son los cantineros los que disfrutan del servicio, porque son los que ganan buen billete.
Sucede que una de esas tantas veces estaba yo trabajando de mesero. La mujer había llegado con un treintón trajeado, que se podía ver que no tenía mucho dinero por sus zapatos todos desquebrajados de tantas veces que los había pintado. El tipo se peló por el patio, como siempre y la mujer se quedó esperando… como siempre.
Después de un rato donde la mujer revisaba nerviosamente su reloj y luego su bolso, el Ulises me dijo: “¿ya checaste? Una dejada”, “¿y cómo está?” “Pues ya se ve medio veterana”, “ a ver, deja checo” La mujer no era muy agraciada, debo admitirlo, pero tenía ese “no sé que” que atraía. “El Chucho ya le echó el ojo” me dijo el Ulises. “Aguanta Uli, dile a Chucho que me deje trabajar”… “¿Neta? El cabrón se chingó una cubeta y la vieja dos tragos” “Que pasó mi Uli, ¿a poco te pregunté de cuánto era la cuenta?” “No bueno… yo nomás te digo pa’ que sepas cuánto vas a tener que soltar” “De eso no hay cuete Uli, más bien dile al Chucho que si me va a dejar trabajarla” “Órale pues”
A los 5 minutos regreso Ulises “Dice el Chucho que no hay bronca, pero que te lo va a descontar todo de un jalón” “No hay cuete”.
Ya con el permiso de Chucho, me acerqué a la dama y amablemente le dije. “¿Se le ofrece algo más señorita? Vamos a hacer corte de caja y me preguntaba si no le molestaba que le trajera la cuenta” La tipa se me quedó viendo y se le empezaron a poner los ojos llorosos. Apretó los labios y me dijo. “Sabes qué, lo que pasa que yo venía con una persona y se quedó con todo el dinero y pues yo no te completo la cuenta y …” Yo, con las manos detrás todavía e inclinado hacía ella me hice el sorprendido. “señorita… tenemos un problema” “Perdón pero es que yo no sabía que era un patán, por favor dame chance y ahorita vamos a denunciarlo a la policía es que te lo juro que no traigo más que para mi taxi” “Mire señorita, lo que pasa que en este tipo de situaciones la policía no puede hacer nada, se lo digo por que ya ha pasado antes… y pues va a tener que pagar”. La tipa buscó en su bolso pero sólo traía un billete de 50 pesos “ves, nada más traigo 50 pesos y con eso no pago ni la mitad… no sé, si quieres me pongo a lavar platos y vasos y…” “no señorita, eso nada más pasa en las películas… aquí no se puede pagar lavando platos” “Que pena de verdad, mira traigo un celular y…” “no señorita, necesitamos el efectivo” “Pues me dices que ya ha pasado antes entonces como le hacen para pagar” “las que no traen dinero… pues… uno siempre es muy agradecido con las damas, ya sabe” “¿Qué?” “Sí señorita, uno trata de ser amable cuando los atendemos y usted podría ser amable también” “¿Me estás diciendo que…? Pero...” Y en eso se soltó llorando. Hubo un silencio incómodo y la vista clavada de los otros meseros. Luego le dije “No se preocupe señorita no es necesario, déme los 50 pesos, yo arreglo su cuenta” “Pero y ¿después? ¿Cómo te voy a pagar?” me preguntó dando a entender que no quería pagar con cuerpo. “No se preocupe, ya está pagado, va por cuenta de la casa”, “Oye muchas gracias de verdad ¿cómo te llamas?”, “Lover”, “Lover de verdad que muchas gracias no sabes la pena que me da” “Claro, a sus órdenes… permítame deje voy a pagar la cuenta, ahora vuelvo”.
Cuando fui con Chucho a pagar la cuenta este me dijo “Ya te chingaste mi Lover, las que lloran casi nunca sueltan, además de que es molesto que estén chillando a la mitad de…” “No hay cuete mi Chucho, rebájamelo todo, y ahí te van mis comandas” “¿Ya de plano te las vas a llevar? Eres cabrón Lover, mejor llévatela al baño porque si te vas te voy a pagar medio día nada más”, “No hay cuete Chucho, yo confío en que me vas a pagar el día completo” Dejé las cosas y me fui de retache a la mesa.
“¿Gusta que la lleve a su casa?”, “No como crees yo me voy caminando, gracias por todo”, “Pero ya no va a poder agarrar un taxi, ya no trae dinero y ya es muy noche” “No de verdad, mira no vivo tan lejos además…” “No diga más… hágame ese favor, yo la llevo hasta su casa”
La mujer aceptó mas a fuerzas que de ganas, la verdad es que no quería soltar cuerpo y seguro estaba pensando en que la iba a llevar al motel a cobrar lo que era mío. Quizá por eso mismo no paró de hablar en todo el camino. Me contó de sus dos hijos y que era viuda, muy joven para serlo. Me habló de su trabajo y lo mucho que se esfuerza por sacar adelante a su familia. Luego yo le pregunté de su domicilio, me dijo la calle pero no el número, yo intencionadamente le dije “ya se por donde está esa calle, está cerca del Motel Fulanito ¿no?” ella se quedó bien callada, como pensando en que su técnica para que yo desistiera de cobrarle no había funcionado. Tímidamente dijo que sí y después de eso se quedó callada. Supuso que cualquiera cosa que dijera no serviría para persuadirme.
Cuando nos acercábamos al domicilio, me dijo que diera vuelta en una calle distinta a la suya, yo le hice caso y ella sola me dirigió al motel. Cuando pasábamos justo afuera del motel me dijo con tono sumiso “ya, es aquí”. Yo me paré justo afuera y no dije nada. Nos quedamos en silencio.
“No te preocupes, no es necesario”, “Pero tu dijiste que…”, “Que quería que fueras amable conmigo, y lo fuiste, mejor dime dónde vives. ¿O en serio vives aquí?” Le dije yo en un tono amable ella cambió totalmente su expresión soltó una leve sonrisa y me dijo “Sigue derecho y a la siguiente vuelta a la derecha, yo te voy diciendo”
Por fin la dejé en su casa. Era una casa modesta, en cuánto se bajó una mujer de facciones parecidas a la de ella salió de la casa y le reclamó el haber llegado tan tarde, le juró que no volvería a cuidar a sus hijos si seguía yéndose con un cabrón y regresando con otro.
Yo arranqué y me fui para el 14. ¡Carajo! Como me molestaba que dentro de mí todavía me conmoviera ese tipo de cosas. Mil veces ¡carajo!
Publicado por Lover en 17:13 12 comentarios
Pronto sigue hasta el final sin parar
Teletransportando alma informática.
No me importa cuántos sean ni qué motivos tengan, este rollo no detendrán, ráfaga sin piedad.
Publicado por Lover en 16:42 3 comentarios