Ese día era su boda con el puto cadetito. Se fue rápido de la habitación para maquillarse, peinarse, vestirse y todas esas pendejadas. Ya hace mucho que el cadetito y yo nos conocíamos, él estaba en el escuadrón antinarcóticos.
Saqué las canalas, limpié a maría y la envolví en un perfecto cigarrillo, sellé con un poco de saliva y lo prendí. Me lo merecía, me merecía ese pinche gallo.
Fui a dar un pequeño paseo por la ciudad. Incluso en días de fiesta como lo era la boda de Elizabeth, tenía que trabajar, era un hombre de negocios. Hice las entregas que tenía que hacer, cobré los dineros que tenía que cobrar y estaba listo para ir a escoger mi traje.
Don Sebas ya había escogido algo por mí, así que sólo fui a que me tomaran bien las medidas y en unas horas estaría listo. Regresé a mi cantón y me eché un buen baño. Armando tocó a la puerta y me dio el traje, le di su propinota, una buena raya de “Escorpión”, andaba de buenas. Terminé de ponerme paquín, salí a la calle deseando que pasara rápido un taxi, no quería que me vieran vestido de esa manera tan ridícula los del barrio y para mi buena suerte en cuanto me paré en la calle pasó un taxi vacío. Le di la dirección y por fin llegué a la fiesta. Al diablo con la misa.
El lugar estaba repleto de generalitos, capitanes, sargentitos de mierda. Ahí estaba Rodríguez, el cabito lamehuevos; Valencia, el sargentito del bigote de puto; Herrera, el general que se sentía muy chingón. Todos me voltearon a ver: ahí esta el pendejo ese de Lover. Mi sonrisa cínica los hizo ponerse tiesos como una piedra, y los saludé moviendo la cabeza. Lo siento hermanos, este día se van a tener que quedar bien sentados. No iban a echar a perder la fiesta del cadete Morales ¿verdad?. Si el cadetito de mierda no hubiera sido el sobrino del politiquillo ese, seguro ahí mismo me la hubieran armado buena, pero no era así.
Luego se pusieron a pistear y como que se les olvidó. Hasta el cabo Rodríguez fue a pedirme una línea. Hasta dos mi cabo Rodríguez, faltaba más. Y le regalé de la más pinche corriente que traía, la de 70 pesos el gramo.
Verla con su vestido blanco al lado del pendejo ese no me hacía bien, pero encabronarme con el estómago vacío tampoco era saludable, por lo que esperé a que sirvieran la comida. Pollo parmesano con salsa chipotle, arroz y puré de papa de guarnición. Deme otro por favor, es que la persona de esta silla se fue al baño. Y me chingué otro plato. Ya enfiestado le seguí con la botella de tequila y hasta saqué a bailar a las primas. Pasame tu número, que yo te llamo, y esto que lo otro, vámonos a los oscurito. No ahorita no.
El aire ya estaba rancio, era hora de que el galán pegara carrera. Felicidades Elizabeth, espero que te la pases de lujo en tu luna de miel. Luego abracé al novio firmemente, él intentó hacerlo también con más fuerzas para demostrarme que no se rajaba, pero la calle es más cabrona que sus entrenamientos de militarcito, y gané la batalla de abrazos; luego me acerqué a su oído y le dije: te deseo lo mejor. Gracias.
No volteé para atrás ni un instante. Seguí firme mi camino hacia la salida, me partía el alma verla con su vestido, al lado del pinche cadetito. Quería largarme rápido de ahí, quería un taxi pero ya, y justo cuando pise la calle, pasó un taxi vacío.
Llegué a mi casa y cuando estaba abriendo la puerta pasó el Gonzo. “Que peeeedo pinche Lover ¿por qué tan paquín?” . Así soy yo. Y cerré duro la puerta, para que no me molestara nadie.
Después de tantos tiempo, creí que mis lagrimales ya no servían, pero esa noche me di cuenta que estaban como nuevos, tantas pinches lágrimas no me dejaban absorber bien la coca. Eché a perder dos líneas de mi mejor mercancía, pero no hay pedo, me aliviané con la tercera.
4 comentarios:
es increible como el destino llega a jodernos verdad?
all my loves are in little pieces... all my loves are within a wild night.♪
isis-yeah yeah yeahs
volví para seguir leyendo...;)
Así es la vida de cabroncita..
Lo malo es que en tu vida sólo habrá una Elizabeth, las demás no dejan huella...
Publicar un comentario